Gustavo Moheno/ Mujer de mi Vida: El encanto que da la calma

AutorGustavo Moheno

Pese al insulso título que le han tildado en México -reminiscente de un famoso programa de la televisión española-, Hatuna Meuheret (Matrimonio Tardío), es uno de los filmes israelíes más aclamados de los últimos tiempos y que ha significado la revelación de su director-guionista, Dover Kosashvili, ejecutor de una pieza casi perfecta, con recursos mínimos, cuya puesta en escena -y de cámara- es digna de admirarse por su brillante sencillez.

Inserta en los terrenos de la tragicomedia, la historia se desarrolla entre una comunidad de judíos georgianos asentados en Tel Aviv, donde un hombre soltero, mayor de 30 años, es visto como una amenaza para el futuro tribal. Tal es el caso de Zaza (el estoico Lior Ashkenazi, en una actuación digna del Oscar por su impresionante contención), un eterno estudiante de filosofía que vive de la tarjeta de crédito de sus ortodoxos padres mientras cuestiona en privado la existencia de Dios.

Yasha y Lili, los desagradables progenitores dictatoriales del "filósofo" (interpretados por los no menos extraordinarios Moni Moshonov y Lili Kosashvili, madre del realizador), arreglan "citas románticas" para su retoño que se desarrollan como transacciones financieras entre las familias deseosas de casorio. Zaza, por supuesto, desecha siempre éstas reuniones; incluso parece incomprensible que en una de las escenas iniciales no se arroje sobre la preciosa adolescente que le presentan (la extremadamente atractiva Aya Steinovits Laor), hasta que descubrimos su secreto: ha mantenido desde hace años una relación amorosa con Judith (otra revelación: Ronit Elkabetz), una mujer marroquí, cuatro años mayor que él, divorciada y con una niña, que los patriarcas primero se volverían musulmanes antes que aceptarla en el seno familiar.

La película está construida como una serie de largas escenas, casi teatrales, cuyo nudo dramático es el descubrimiento de Judith por parte de los padres de Zaza, lo que da lugar a una de las secuencias verbalmente más violentas del cine contemporáneo. En contraste, Kosashvili ofrece, también, una original secuencia de sexo explícito (al menos para los estándares del cine comercial) que sorprende por su franqueza y naturalidad. No es una escena cachonda ni un arrebato videoclipero a lo 9...

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