Hacen del dulce un arte

AutorAdriana Durán

Reforma

MORELIA, Mich.- La capital michoacana es una ciudad de sabores, de aromas, de ricas tradiciones. Una manifestación de este abolengo es la Dulcería de la Calle Real, con 162 años de historia. El establecimiento actualmente es propiedad de la familia Torres Villicaña, oriunda del estado y dedicada a la fabricación de los típicos ates y las laminillas de guayaba, entre otras preparaciones.

"La empresa de ates comenzó en 1840, y fue fundada por don Marcial Martínez, campanero de la Catedral de Morelia. Se cuenta que en la torre de Catedral empezó a hacer ate, que ponía a asolear en la parte ancha de las bóvedas del techo. Lo vendía a la gente que pasaba por ahí. Más tarde puso su establecimiento en los portales principales", explica el arquitecto Gerardo Torres, actual propietario de la dulcería.

"El negocio fue heredado por su hijo Ignacio Martínez, quien se preocupó por hacerlo crecer. Durante la época del Porfiriato, cuando México tenía estrecha relación con Francia, se obtuvieron premios en París, específicamente en 1899 y 1900, por la calidad de los ates", señala.

"En 1928", dice, "la empresa fue adquirida por Agustín Ortiz, quien la llamó El Paraíso. En 1939 la compró mi padre, Luis Torres Villicaña. Fue mi abuela paterna quien inventa los cueritos de frutas, también llamadas laminillas de frutas.

"Recuerdo que ella platicaba que tenían una hacienda en Quiroga, Michoacán, llamada El Tigre. La abuela era muy buena para la cocina y elaboraba algunos dulces de tradición. En tiempos de Lázaro Cárdenas les quitaron la hacienda y tuvieron que formar un nuevo sustento. Se trasladaron a Morelia y mi padre decidió comprar la empresa dulcera. Mi abuela empezó a hacer el ate laminado, que es un éxito. Por aquel entonces adquirieron la casa ubicada a un costado del acueducto de Morelia.

"Mis abuelos y tíos recordaban cómo en esta pequeña empresa, El Paraíso, se hacían todos los confites y caramelos de la época porfiriana. Por otra parte, un tío abuelo había iniciado una fábrica de ates, que luego traspasó a otro de mis tíos, asociado finalmente con mi padre en una nueva empresa, La Estrella, que más tarde se llamó La Estrella Dorada", agrega Torres.

Nuevo concepto

En los años 80, Gerardo Torres se hace cargo del negocio, y en 1999 cambia la dulcería a Madero Oriente 440, en el Centro Histórico de Morelia, comenzando también una modificación del concepto.

"Actualmente es una vieja casona, tradicional de Morelia, donde pude al fin recrear el...

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