Entre hambre y miseria

AutorAlejandro León

Marcelino Durán vive en las calles del Centro Histórico desde hace cinco años.

En comedores públicos, particulares y en iglesias, donde repartían comida gratis, conseguía alimentos para sobrevivir.

Pero la pandemia de Covid-19 ha propiciado que cuatro de los comedores que frecuentaba cerraran sus puertas al público.

Ahora debe vender cartón, latas de aluminio y botellas de plástico para reunir 50 pesos diarios y así comprar frijoles y tortillas.

Marcelino se describe como un caracol. Así como el título de un poema de José Emilio Pacheco, pues a donde vaya debe cargar un bulto que se forma con el material que recicla, cobijas, una cubeta con la que se baña en parques y trastes.

"Te escondes indefenso y abandonado", reza uno de los versos del poema.

El hombre, de 59 años, se refugiaba en la banqueta de Eje Central Lázaro Cárdenas, a unos metros de la Torre Latinoamericana.

Sin embargo, los asaltos que padecen las personas en situación de calle provocaron que se trasladara al parque de la Plaza de las Vizcaínas.

"Nos dijeron en los comedores: 'ya no va a haber comida porque en la pandemia el Gobierno nos está obligando a cerrar', igual (cerraron)...

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