Harinas de otros costales

AutorAdriana Durán

En 1928, recuerda, se inició un conflicto de panaderos en torno a un contrato de ley que reglamentaba las relaciones obrero-patronales en la industria del pan en condiciones desfavorables para los trabajadores.

El 11 de junio de ese año los jóvenes sindicatos y las uniones de panaderos, bizcocheros y reposteros se declararon en huelga. Las presiones sindicales determinaron, finalmente, el establecimiento de un horario de ocho horas para las jornadas nocturnas, y de siete horas y media para las mixtas, explica.

Pero el fin de la década trajo otros cambios en la vida de este personaje. Diciembre de 1929 marcó un cambio sustancial. Don Alfonso, entonces un joven inquieto, fue invitado a una posada.

La única condición, o una de las principales impuestas en la casa de la abuela, era regresar antes de las 21:00 horas. Sin embargo la fiesta se prolongó y don Alfonso llegó hasta las 23:00 horas. Las reglas eran inobjetables: a partir de entonces ya no pudo vivir en casa de la abuelita.

Un Panadero Ideal

En ese momento de crisis, don Alfonso se acordó de la panadería La Ideal, una de las más reconocidas de la época. La necesidad y el interés por ser un buen panadero, lo llevó a buscar trabajo en ese establecimiento.

"Llegué a la panadería, ubicada en la calle de 16 de septiembre, a las 3:00 de la mañana. A las 5:30 empezaban a llegar los trabajadores. Me animé y le pregunté a uno de ellos si necesitaban un ayudante. Luego supe que había hablado con el segundo maestro en la panadería.

"Me preguntó qué sabía hacer, le contesté que todo, y que lo haría con gusto", recuerda. Horas más tarde estaba ocupado en la preparación de chouxs.

"Estaba acostumbrado a rellenarlos a mano, ya que en la Panadería Bucareli no había rellenadoras ni batidoras. Sin embargo La Ideal contaba con la maquinaria más moderna de la época", señala don Alfonso.

En su primer día le entregaron una lista de los panes que tenía que hacer: eclaires, gansos, roscas de San Isidro y roscas grandes de 2 y 3 vueltas. Al terminar la primera lista le dieron la segunda del día: cuernos, ochos, castañas y trenzas.

"Pablo Díaz, dueño de la Ideal, tenía la costumbre de viajar en busca de novedades la industria panadera. En una de sus visitas a Estados Unidos, trajo los conceptos para la elaboración del pan de caja.

"Era un hombre innovador y emprendedor. Con las ganancias de este negocio creó la Cervecería Modelo y después la panadería La Primavera, en la que tiempo después trabajé", recuerda don...

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