Heroínas olvidadas

AutorYanireth Israde

Por las mañanas, Angélica Noemí Juárez laboraba como maestra de educación básica en una escuela pública de la Colonia Nápoles y, durante las tardes de aquel 2016, acudía como becaria al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), en San Ángel.

Docente e historiadora, transitaba de un turno a otro, pero también de un mundo a otro. En el primero, las niñas difícilmente reconocían a mujeres que construyeran, con su lucha, la Nación; el Instituto, en cambio, resguardaba abundante información de las hazañas que ellas emprendieron.

"En el INEHRM había una gran producción de historia de las mujeres, y cientos de nombres, pero cuando comparaba ésta con los libros de texto o con los materiales para la clase, estaban muy lejos unos de otros", contrasta quien, cuatro años después, aún acude a las escuelas de educación básica para conversar con los alumnos sobre la participación de las mujeres en la historia.

"No somos importantes", fue la respuesta de una joven de 14 años cuando Noemí Juárez indagó, para su maestría en Desarrollo Educativo por la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), la opinión de las estudiantes sobre la ausencia o la escasez de mujeres protagonistas de la Historia.

Al investigar las concepciones que sobre las mujeres tienen los infantes, las respuestas sorprendieron a la también historiadora, por su unanimidad.

"Dicen que hacen lo 'típico': la comida y cuidar a los hijos. Y cuando pedimos que analicen algún mural o una fotografía, señalan: 'ahí están: quietas, paradas, acompañando'. Entonces organizamos actividades para que conozcan la diversidad de actividades que han realizado: periodismo, correo, espionaje...".

DE ARMAS TOMAR

Desde su trinchera, las mujeres participaron en los movimientos históricos que definieron al País: comandaron tropas, fueron correo, envenenaron tortillas o convencieron a los combatientes para que cambiaran de bando, por ejemplo del realista al insurgente durante la Independencia.

"En este periodo, el delito por el que más se les persiguió fue seducción de tropa, entendiendo la seducción no solo en el sentido sexual, sino como el intento de convencer a sus familias, hijos, esposos o algunos otros soldados que cambiaran de bando, del lado realista para el lado insurgente. Fueron estos casos los que más sentencias recibieron", expone Juárez.

"En el mismo periodo", detalla, "tenemos a una mujer militar: Manuela Molina, 'la Capitana', grado que le otorgó la Suprema Junta...

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