Homero Aridjis / Todo verdor perecerá

AutorHomero Aridjis

Últimas noticias sobre los árboles caídos en Insurgentes y en Chapultepec-Rubén Darío (y en numerosas calles, áreas protegidas y barrancas de la ciudad y la zona metropolitana): Nadie los mató, se suicidaron. Según las autoridades ambientales, los árboles dejaron un escrito que se clavaron a sí mismos a hachazos:

Querido Juez y Parte,

Estábamos enfermos, plagados, secos, y éramos tan feos, inútiles, innecesarios y ni siquiera endémicos del lugar donde crecíamos que, avergonzados por ocupar un espacio en la muy verde y muy serena Ciudad del Automóvil, compramos unas motosierras en Tepito y hablamos a nuestros amigos de Parques y Jardines para que nos asistieran en el suicidio colectivo. No se culpe a nadie de nuestra muerte.

Firman: AA (Árboles Anónimos)

P.D. De ahora en adelante debería prohibirse a los ciudadanos opinar por estar desinformados y porque sólo buscan hacer escándalo, los únicos autorizados para hablar son las autoridades ausentes del Medio Ambiente. Si alguien conoce su teléfono para recibir quejas, por favor háganlo público. Reconocemos que los delegados y otros funcionarios tienen la urgente obligación de hallar un mejor uso del suelo que ocupábamos.

Hace un par de días también se dio a conocer la noticia del suicidio individual de una palmera centenaria. Según las autoridades, la palmera se dejó caer encima del brazo de una grúa de unas 40 toneladas de peso, y se partió en dos. La señora Carlota Siles había solicitado su reubicación porque le estorbaba para levantar una construcción en Temístocles 22, colonia Polanco, y un camión contratado por Jardines Siles, que hace trabajos de jardinería para el gobierno del DF, la trasladaba de la calle de Masaryk para colocarla debajo de un puente del distribuidor vial San Antonio cuando ocurrió el suicidio.

Ante esto, una de las preguntas que con mayor frecuencia hace la gente es adónde se debe de hablar para denunciar atentados contra los árboles de la ciudad y del país, pues cuando se llama a las delegaciones y a las autoridades ambientales se pelotea al ciudadano, quien acaba en la pura frustración, trátese de una señora de Polanco o de un maestro de escuela en los pueblos de los santuarios de la mariposa Monarca o del parque nacional de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Todos nos enfrentamos con autoridades piedras.

Hace poco, Octavio Paredes (Academia Mexicana de Ciencias) declaró que quizás la mexicana es "la sociedad más antiecologista del mundo". Y es que si uno...

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