Entre el horror y el luto

Sin dar tregua, la violencia en México escala durante 2008, dejando más de 5 mil muertos en la pelea de los narcotraficantes por el territorio y la exhibición de la infiltración de sus redes en los cuerpos policiacos.

Casi no hay día sin muertos ligados al narcotráfico. Las balas liquidan lo mismo a miembros de bandas rivales que a policías y militares, pero también alcanzan a la población civil. El 15 de septiembre, durante la celebración del Grito de Independencia en la Plaza Melchor Ocampo de Morelia, Michoacán, presuntos integrantes de "Los Zetas", brazo armado del Cártel del Golfo, arrojan dos granadas de fragmentación y matan a ocho personas y dejan heridas a más de 100.

Aunque el móvil del ataque no ha sido revelado oficialmente hasta el día del cierre de esta edición, se sospecha que la acción forma parte de la disputa que el Cártel del Golfo sostiene con "La Familia", un grupo de michoacanos que pelea el control de la entidad.

Los enfrentamientos por el control de las plazas también se reproducen en otras entidades y dejan una estela de muertos en uno y otro bando.

En la zona de La Marquesa, en el Estado de México, son hallados 24 cuerpos de hombres ejecutados, la mayoría de ellos de un solo disparo, arrodillados y maniatados.

La PGR responsabiliza de la ejecución al Cártel de los hermanos Beltrán Leyva y encarcela a jefes policiacos del Estado de México, quienes supuestamente estuvieron vinculados con el "levantón" de las víctimas.

En Yucatán, los cuerpos de 11 presuntos narcomenudistas aparecen decapitados en las afueras de Mérida, y aunque atrapan a supuestos "zetas" como sospechosos del múltiple homicidio, las autoridades no han logrado comprobarlo.

En Chihuahua, un comando, presuntamente del Cártel de Juárez, ingresa a una fiesta y acribilla a 13 personas, incluyendo a un niño de un año.

En Tijuana, sicarios matan a ocho internos de un centro de rehabilitación al cual entran justo cuando se celebraba un servicio religioso.

Adicionalmente, las balaceras de grupos rivales, los cuerpos decapitados, las cabezas en hieleras y las ejecuciones, donde se cuentan hasta 80 disparos, se convierten en parte del conteo cotidiano.

Apenas es julio, y la suma de los 2 mil 275 ejecutados de 2007 queda rebasada.

Para entonces, ya parece muy lejano el fallido bombazo del 15 de febrero en la Avenida Chapultepec del Distrito Federal, el mismo que iba dirigido al jefe policiaco Pegaso y que termina matando al sujeto que portaba el explosivo, hiriendo a dos personas más y causando desconcierto.

Olor a pólvora

El 2008 se convierte en el año con más balas disparadas en la historia reciente de México.

Civiles quedan en medio de esta guerra entre el Gobierno y el narco, en un campo de batalla donde los cárteles evidencian su poder de fuego y su resistencia.

En Tijuana, 30 niños de un kínder son evacuados al quedar en medio de un enfrentamiento entre una célula del Cártel de los Arellano y policías y militares.

Los enfrentamientos se prolongan por horas. Una balacera que inicia a las 20:00 horas del domingo 2 de marzo termina a las 5:00 horas del día siguiente. Los vecinos de Tijuana no duermen esa noche.

En China, Nuevo León, policías federales y militares logran someter a cuatro "zetas", pero hasta después de cinco horas de disparos. Los matones, dos de los cuales mueren, aguantan el enfrentamiento con apenas 10 armas largas que luego son aseguradas.

Y, si no son balaceras, son emboscadas, como la del 27 de mayo en Culiacán, Sinaloa, cuando...

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