Humberto Musacchio / 'La búsqueda', de Enrique Semo

AutorHumberto Musacchio

A despecho de sus enemigos que varias veces le han extendido acta de defunción, el capitalismo no sólo sigue vivo, sino que se mantiene como la forma hegemónica de crear riqueza y aun los países que habían suprimido la economía de mercado, como es el caso de China, Vietnam y Cuba, paulatinamente reabren sus economías a la inversión privada.

El capitalismo no sólo ha sobrevivido a sus enterradores, sino que ha mostrado una mayor capacidad para reproducirse que la economía centralmente planificada, que de altas tasas de expansión en sus primeros años, pronto pasa a índices de crecimiento mezquinos, insuficientes para mejorar en forma sostenida el nivel de vida de sociedades en las que se había instalado el igualitarismo por decreto.

La formidable pujanza del capitalismo ha sido capaz de sortear con éxito sus crisis periódicas, en medio de las cuales es incluso capaz de crecer; despliega una mejoría notoria de los medios para producir, afina permanentemente los sistemas de organización y los métodos de trabajo y, como en sus mocedades, engulle vidas, energías y sueños de los trabajadores y es escenario de una vigorosa competencia que desplaza y aniquila sin piedad a los más lentos y los más débiles.

Cabe insistir en la fuerza del capitalismo porque la izquierda mundial se pasó todo un siglo anunciando su fallecimiento. Y no es precisamente que goce de buena salud, pues es una especie de grandulón al que no le funciona la víscera cardiaca, que tiene serios problemas respiratorios y una circulación que sólo irriga bien una parte de su cuerpo. Pero está vivo y por su misma corpulencia es mucho más fuerte que cualquiera de sus adversarios.

En esas condiciones, el socialismo parece más que nunca una utopía, sobre todo por la caída de su versión leninista. Para la izquierda mundial es éste un momento de confusión, de pérdida de sus señas de identidad y de ausencia de referencias comunes. Una izquierda que proponga a la sociedad el modelo soviético tendrá tanto éxito como un vendedor de tequila en tierras islámicas.

Pero lo que llamamos "izquierda" sigue ahí porque la injusticia, lejos de ser erradicada o disminuida por el éxito del capitalismo, crece y se extiende como la peste de nuestro tiempo. En el mundo aumenta incesantemente el número de pobres, crece la brecha entre los ricos y los miserables, el desempleo se incrementa y la educación, la salud y la justicia son únicamente para los que pueden pagarlas.

El triunfo del capitalismo no ha hecho a...

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