Huyen de pobreza y aquí viven peor

AutorNadia Sanders Vázquez

La comunidad otomí concentrada en la colonia Roma vive en medio de la discriminación, la ignorancia y la miseria.

Más de 100 familias ocupan cuatro predios en la colonia Roma desde hace 15 años sin contar con las condiciones de higiene y espacio adecuadas para poder habitarlos.

Con techos y paredes de lámina, tendederos amontonados y agua sucia en los pasillos, los indígenas construyeron cuartos de 4 por 5 metros cuadrados donde habitan familias de hasta siete habitantes.

La mayoría de los adultos trabaja como comerciantes en la zona rosa, ofrecen dulces o artesanías, pero el analfabetismo es la principal limitante para la mayoría de las mujeres y algunos hombres.

Las madres de familia no califican siquiera para trabajadoras del hogar porque no saben leer ni escribir, no conocen los aparatos eléctricos para hacer limpieza y tampoco pueden aspirar a ser obreras porque tienen que estar al pendiente de sus hijos, y apenas saben sumar para poder hacer las cuentas de lo que venden.

Los hombres trabajan en obras, hacen mezclas o cargan bultos, algunos venden dulces en Reforma y con eso apenas y alcanza para mantener a su familia.

El predio ubicado en Chapultepec 342 alberga a 23 familias desde hace 10 años. El presidente de la comunidad, Juan Ventura Juan, comenta que no han tenido oportunidad de entrar en un programa de vivienda.

Sin embargo, reciben apoyo de Instituciones de asistencia Privada como Cáritas y el Centro Interdisciplinario Para el Desarrollo Social, IAP (Cides).

A unas cuadras del predio se encuentra "EL Colibrí", una estancia donde asisten los hijos de los indígenas a pláticas para conocer sus derechos y aprender que no deben ser discriminados.

Angélica Yniesta, colaboradora de la institución, comenta que desde hace 10 años trabajan con la comunidad de otomíes y que su labor consiste en crear conciencia de lo importante que es la educación para la defensa de sus derechos y su desarrollo en la sociedad.

A las 9:00 horas El Colibrí abre sus puertas, recibe a niños de 4 a 16 años; les ofrecen de desayunar y luego tienen actividades para activar su desarrollo personal, después comen y se van a la escuela. Lo mismo sucede por la tarde con los niños que van al turno matutino.

Pero aún así, los otomíes se enfrentan a actos de injusticia por no saber sus...

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