Iluminan a Maximiliano

AutorSilvia Isabel Gámez

La dimensión trágica de Maximiliano de Habsburgo, su aura romántica, ha impedido valorar con justicia su figura.

Calificado de usurpador, iluso, soñador, esa imagen ha predominado sobre aspectos como su conocimiento de la arquitectura y la botánica, su sensibilidad artística o el alcance de su pensamiento, coinciden las historiadoras Érika Pani y Amparo Gómez Tepexicuapan.

"Era un hombre idealista, sensible, que creyó ser un nuevo Quetzalcóatl que podía salvar a México", asegura Patricia Galeana, pionera de los estudios sobre el Segundo Imperio.

Para la directora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Maximiliano era un romántico de la política, que habría sido un magnífico gobernante en un país europeo en paz.

Pani, investigadora del Colmex, no considera al emperador un estadista, mientras que Gómez Tepexicuapan le reconoce un afán modernizador y una visión de largo plazo.

"Quería traer tecnología para explorar la industria minera, impulsar el ferrocarril, experimentar con cultivos", explica. "Estaba planeando transformar el imperio".

Galeana destaca la continuidad que dio Maximiliano a medidas legislativas del Gobierno de Benito Juárez, como el Código Civil y la Ley de Instrucción Pública. Influido por el socialismo utópico de Lorenz von Stein, era un liberal que no estaba de acuerdo con los conservadores que le ofrecieron la Corona ni con la Iglesia católica, que le pedía prohibir la libertad de culto.

Libros como Los Viajes de Maximiliano en México (1864-1867), de Konrad Ratz y Gómez Tepexicuapan, demuestran que el emperador no hacía, como se afirmaba, viajes de placer, dice la autora, sino buscando legitimar su Gobierno y dar "golpes de Estado", sustituyendo a los "cangrejos" -conservadores- por liberales moderados en puestos de autoridad.

Es mucho lo que se ignora del Segundo Imperio, sostiene la investigadora del Museo Nacional de Historia, desde el papel que desempeñaron las damas de la emperatriz Carlota, nombradas entre las esposas de los Ministros, hasta el destino de la colección de antigüedades egipcias que Maximiliano ordenó traer para compararlas con las mexicas.

El emperador llegó a Veracruz el 28 de mayo de 1864. Reinó tres años antes de ser fusilado en el Cerro de las Campanas y rematado con un tiro al corazón. Del Segundo Imperio, del que se cumple el 150 aniversario, se ha escrito mucho, pero continúa siendo poco conocido, sostiene Pani.

"Se ha dicho lo mismo muchas veces", afirma...

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