Imagina otra sociedad

AutorJorge Ricardo

Termina cada frase dando golpes secos contra la mesa. Como si advirtiera de algo. De hecho lo hace: dice que ya está cerca -"pasó en Egipto, pasó en España, ¡ya está en Chile!"- el momento en el que los jóvenes se dan cuenta de que no deben seguir sin oportunidades, siendo conciencias puestas a engordar en el establo antes de llegar al matadero.

"Por ahora, en México hay un desasosiego, pero lo importante es que aprendan a vivir en el vértigo, los jóvenes lo aprenderán, a punta de chingadazos, lo aprenderán". Alza la voz. Es Leonardo Da Jandra (Chiapas, 1957), dicen quienes lo reconocen en la librería Rosario Castellanos. Pero él no se da cuenta.

"Se debe aprender a vivir en el vértigo", insiste. "Cuando te acostumbras a vivir al borde del abismo, es difícil que caigas; caes cuando te han dicho que no existe ese abismo, pero si lo vives y lo aceptas, entiendes que caer o no es una decisión personal. El vértigo es atreverte a vivir tu propia vida".

Filósofo y escritor, Da Jandra ha publicado un nuevo libro, Distopía (Almadía), una novela sobre el reverso de una sociedad ideal y que bien pudo ser ensayo filosófico.

"La novela me permitió recrear una forma de vida que estuviera en otro planeta, pero relacionada en la inmediatez. Creo que las cosas que se plantean, como la eugenesia, la eutanasia, el control de la población, las cárceles, estarán discutiéndose en la Tierra en menos de cien años".

Un planeta imaginario, una granja, unos reclusos -deficientes genéticos, delincuentes, hombres considerados subnormales- y una rebelión. Un filósofo, un teólogo, una jurista, un biólogo y un historiador se reúnen mientras afuera sucede todo.

Los argumentos son como diálogos platónicos que Da Jandra ensayó hace un cuarto de siglo en su trilogía Entrecruzamientos: "La moral humana es producto exclusivo de la evolución (...) No es necesario leer tantos libros para saber que la moralidad del poder reside en la fuerza".

"El eje central y el eje en este ensayo (Distopía, novela) es el cuestionamiento del proceso distópico en el sentido de fracaso de todos los modelos que se pretendían ideales, como los totalitarismos de derecha y de izquierda".

El argumento no es nuevo. En 1994, cuando presentó Presentáneos, pretéritos y posteros, afirmaba que la única opción que nos planteaba el fin de siglo es que se habían acabado los modelos utópicos globales. En eso insiste.

Se ha fracasado porque se ha querido imponer una moral general. Los totalitarismos políticos...

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