Imaginario de la literatura / ¿Encontraría a La Maga?

AutorGuadalupe Loaeza

"Más que de Oliveira, yo, La Maga de Rayuela, estaba enamorada de Julio Cortázar. Sí, sé que suena extraño, pero eso me sucedía. Claro que yo de esto no le decía ni una sola palabra a Horacio, le comentaba que nuestro creador me parecía genial, pero nada más. Me pregunto si alguna vez lo intuyó. Conociéndolo como lo conocía, creo que sí. Igualmente me pregunto si lo que amaba en Horacio no era lo que Julio ponía en él. Un día me dijo Horacio: 'El problema central para el personaje de Rayuela, con el que se identifica Julio en este caso, es que él había querido que tuviera una visión que podríamos llamar maravillosa de la realidad. Maravillosa en el sentido de que yo soy personaje, creía que la realidad cotidiana enmascara una segunda realidad que no es ni misteriosa, ni trascendente, ni teológica, sino que es profundamente humana, pero que por una serie de equivocaciones ha quedado como enmascarada detrás de una realidad prefabricada con muchos años de cultura, una cultura en la que hay maravillas, pero también profundas aberraciones o tergiversaciones. Para mi personaje habría que proceder por bruscas interrupciones en una realidad más auténtica'.

"De Julio me gustaba todo, sus grandes preguntas existenciales de la humanidad; me gustaba que no aportara ninguna solución, y que no creyera en verdades absolutas. Tampoco quería explicar el mundo, sino hacer evidente que no es fácil encontrar la felicidad. Pero lo que más me gustaba de Cortázar era el amor que le tenía a París, en donde vivió más de 10 años. Gracias a él también me enamoré de París, pero no del mío, sino del ¡suyo! Me enseñó la maravilla que era vivir en lo cotidiano, que de hecho era lo que más le preocupaba.

"No quiero parecer pretenciosa, pero creo que Julio también estaba enamorado de mí. No en balde Rayuela empieza diciendo: '¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la Rue de Seine'. Muchas veces soñé ir con Julio al parque Montsouris. Él, que me hacía doblar por todas las esquinas, ¿por qué nunca hizo que me lo encontrara por ejemplo en la de la calle Vaugirard o subiendo por la Rue de Buci. Él, que conocía tantos caminos, nunca fue capaz de llegar a la meta que deseaba. Con respecto a mí, escribió: 'Solamente Oliveira se daba cuenta de que La Maga se asomaba a cada rato a esas grandes terrazas sin tiempo que todos ellos buscaban dialécticamente'. En el libro, a veces, Horacio me pone muy nerviosa. Siempre me ponía en ese estado cuando...

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