Imponen su casta

AutorLuis Homero Echeverría

El Clásico se pinto de rojo y blanco, no hubo más.

Las Chivas del Guadalajara confirmaron su despertar en el Torneo de Invierno 2000 en el día clave, en el juego del orgullo con un categórico 3-0 sobre unas Aguilas del América sin idea ni corazón.

Antes de lucir, Guadalajara fue efectivo, decidido en su juego, con un orden que no perdió en todo el partido y la solidez para hacer suya la media cancha.

El Rebaño operó con sincronía en el doble bloque defensivo que colocó el técnico Jesús Bracamontes, y velocidad al tenderse al ataque, con un solo delantero nominal, Gustavo Nápoles, pero un acompañamiento diseñado para el peligro, ya fuera de Ramón Morales o Benjamín Galindo.

La cintura resultó básica. Alberto Coyote y Marco Antonio Ruiz se encargaron de robar cualquier cantidad de balones, ganar los rebotes y darse el tiempo de salir con dominio, sin que alguien les impidiera el paso.

Chivas no dio el juego más espectacular de su historia, pero sí el más eficaz, sobre todo a raíz de su primera anotación, la cual cayó entre la fragilidad de la central americanista. Después siguió las instrucciones lógicas, resistir y aprovechar los espacios que cada vez fueron más grandes en el esquema de los locales.

América había intentado sus ofensivas con Jesús Mendoza tirado a la banda izquierda y Fabián Estay sólo contra dos o tres cazadores rojiblancos y partiendo desde muy atrás; pero el infortunio creció en entre sus filas cuando el colombiano Leonardo Fabio Moreno erró el probable empate sin arquero en la puerta.

Y esa falla le costó al sudamericano el abucheo de su propia afición y el retiro del campo, ya que no salió más para el segundo.

El error y los experimentos del técnico Gonzalo Farfán, colaboraron con el práctico desempeño tapatío para el hundimiento de las Aguilas. Una vez más, la lateral y la contención fueron una improvisación en los azulcremas, con Joel Sánchez de bombero, sin Pardo ni Villa, que salió para la parte complementaria.

Nada pudo corregir América, lejos de mejorar en búsqueda del empate, la falta de entendimiento lo atrapó junto con los goles rojiblancos y la despecho de su afición, que abandonó el partido antes del silbatazo final.

Guadalajara no deparó en eso, sin perder la aplicación en la marca, desdibujó lo que quedaba del aparato americanista...

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