La imposibilidad del olvido

AutorRafael Aviña

En una época donde el cine tiende a globalizarse cada vez más y en la que persisten las fórmulas temáticas y narrativas, el surgimiento de un punto de vista atípico y alejado de las modas, siempre resulta alentador. Es el caso del danés Christoffer Boe, quien, desde su anterior largometraje, Reconstrucción (2003), se reveló como un cineasta arriesgado y original, capaz de proponer nuevos e hipnóticos caminos, como ocurre en Allegro (2005), en donde explora, de nuevo, algunos de los caminos de su anterior filme: el obsesivo uso de locaciones danesas en el que se incluyen desde mapas y fotografías, a tomas aéreas y la utilización de un narrador que explica y adelanta la problemática y las opciones morales del protagonista.

Desde los créditos iniciales y la fascinante secuencia de animación naive, se plantea una historia de amor perdido, de nostalgia por el pasado, y acerca de lo irreversible de nuestros actos, que parece remitirse a obras tan disímbolas de otros tantos realizadores de excepción como Godard, Bergman, Hitchcock, o Tarkovski.

Así, a través de una serie de sencillos dibujos animados, sabemos cuándo Zetterström, al igual que cualquier niño, probó su primer helado, se subió a un carrusel, dio su primer beso, y cómo al escuchar la música del pianista Michelangeli, "encontró la calma y un lugar secreto donde podía evadir las desilusiones de la vida. Su búsqueda de la perfección lo llevó a acercarse a la música y lo alejó cada vez más y más de la vida misma".

Obsesionado con el piano, incapaz de aceptar sus errores y el amor mismo, en la figura de su hermosa novia Andrea (Helena Christensen), Zetterström (Ulrich Thomsen), decide olvidar sus recuerdos...

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