Incuban al 'monstruo' en cárceles de Brasil

AutorIñigo García

Especial

BRASILIA.- El pasado 12 de agosto, un encapuchado apareció alrededor de la medianoche en las pantallas de las televisiones paulistas sintonizadas con la Globo, la cadena más vista del país.

"Como integrante del Primer Comando de la Capital (el PCC), vengo para transmitir un comunicado a la sociedad y los gobernantes por el único medio que hemos encontrado", dijo el desconocido.

Esa misma mañana, varios hombres armados habían secuestrado a un reportero de la cadena junto con el camarógrafo. Horas después, liberaron al técnico con un recado; o la Globo transmitía el mensaje grabado o asesinaban al periodista.

"Queremos un sistema carcelario con condiciones humanas, no un sistema fallido, inhumano, en el que sufrimos innumerables humillaciones y palizas. No estamos pidiendo nada más que lo que está dentro de la ley (...) que se haga justicia en un sistema sin asistencia médica, sin asistencia jurídica, sin trabajo, sin escuela, en fin, sin nada", indicó el mensaje.

La denuncia no era nueva, diversos reportes de Naciones Unidas, Human Rights Watch o Amnistía Internacional han denunciado la explosiva situación de los presidios brasileños. Las denuncias han caído en saco roto y las cárceles han explotado.

"Queremos que la ley sea cumplida en su totalidad, no queremos obtener ninguna ventaja. Dejamos bien claro que nuestra lucha es contra los gobernantes y policías", aclaró el mensaje. El reportero fue liberado horas más tarde.

Joao de Barros, del mensual brasileño "Caros Amigos", es el único periodista que ha investigado a fondo la creación y desarrollo del PCC, que nació como un equipo de futbol de la cárcel y cuenta ya con 100 mil afiliados en las prisiones y las calles de Sao Paulo.

Según su relato, el PCC tiene una jerarquía de tipo militar, con soldados, comandantes, Generales y en la cúpula, Marcos Williams Herbas Camacho, alias "Marcola", en prisión desde hace varios años.

Cada miembro del PCC encarcelado debe pagar una mensualidad de 30 a 50 reales -unos 260 pesos-, según sus posibilidades.

Para los que están en la calle, la tasa es de hasta 700 reales. Quien no cumple inmediatamente es condenado a muerte o invitado a suicidarse. A cambio, reciben protección, estatus y poder en las celdas.

Los integrantes de la cúpula tienen extensa asistencia de abogados.

Debido a la política de dispersión de los presos seguida por el Gobierno paulista, el PCC organiza autobuses -marcados por el número 13.3.3, por la posición de las letras PCC...

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