Los infantes terribles

AutorMarcela Turati

La explanada del juzgado está repleta. A cuentagotas, los paristas liberados llegan a ocupar los jardines y plantan tiendas de campaña junto a las de las familias de sus compañeros, para abogar por los "presos políticos de la UNAM".

Cantan el Himno Nacional cuando les dicen que 85 de los 86 detenidos en los enfrentamientos de la Prepa 3, acusados por terrorismo y sabotaje, no tendrán derecho a salir bajo fianza.

"Podrán encerrar a la raza, pero jamás a su espíritu", advierte uno de los carteles colgados fuera del Juzgado Segundo de Distrito en Materia Penal, donde enfrentan cargos los paristas.

Ya pasaron tres días desde que Ciudad Universitaria fue recuperada por los policías y el conflicto aún no se acaba. El movimiento universitario ya salió de la Universidad, no sólo está en la Universidad Autónoma Metropolitana o en la marcha al Zócalo, también toma cuerpo fuera del reclusorio.

De 14 tiendas de campaña que había el lunes por la noche, para el martes a media tarde ya se había duplicado el número. Por lo menos cada facultad instaló una en el jardín del juzgado. Los padres de familia de los estudiantes presos usaban los árboles para sostener sus improvisadas casas de plástico, y los más pobres, dormían en los alrededores sobre pedazos de cartón.

Ahí pasaban la noche un ayudante de albañil y una limpiadora doméstica, padres de una estudiante detenida en la Prepa 3 y acusada con los demás de terrorismo y sabotaje. También estaban los sexagenarios padres de Mariana Laso, la joven de 20 años que como fotógrafa del movimiento fue a captar imágenes del enfrentamiento en la Prepa 3, y ya presa se declaró en huelga de hambre.

Se quedan a dormir ahí por si sus hijos necesitan verlos en la noche; o por si son liberados, para estar allí y llevarlos a casa.

Los estudiantes que fueron apresados en Ciudad Universitaria y el martes salieron del reclusorio son tratados como héroes. Un muchacho de pelo largo rizado, con partes rapadas del cráneo, es rodeado por sus compañeros para que les platique sus anécdotas de dos días en la cárcel.

--¿Cómo los tenían?

--En un patio, ahí tirados.

--¿Cómo los trataron?

--Bien, no nos hicieron nada, pero nos reprimían a la hora de gritar porras y consignas y nos filmaron todo un día.

--¿Cómo te sientes?

--Bien, lo único malo es que ya estoy fichado. Por eso vamos a exigir que a todos se nos borren nuestros cargos --contesta el joven quien dos horas antes obtuvo su libertad--. Pensábamos que nos iban a atorar, todo dependía de cómo fuera la reacción de la gente. Pero la lucha iba a seguir con nosotros adentro. Ya habíamos planeado hacer huelgas de hambre y pasar comunicados.

Desconfiado y resentido con los medios de comunicación, como la mayoría de sus compañeros, se rehúsa a dar su nombre pero platica que es rotulista e hijo de un rotulista; que gana 350 pesos a la semana, tiene dos hermanos y quiere estudiar artes plásticas en la UNAM.

"Sabemos que tenemos la razón, por eso, ese diálogo que quiere el gobierno no lo entendemos a la fuerza. Estamos dentro de una guerra de baja intensidad en la que participaron los medios de comunicación, los intelectuales, las autoridades universitarias y los políticos.

"Yo era un estudiante normal con metas e ideales, quería ser profesionista, prepararme bien para servir al pueblo. Pero desgraciadamente las autoridades impiden esto. Pero nuestros maestros de historia nos han sembrado esa semilla de hacer conciencia", dice el joven vestido de pantalón militar, botas cafés, morral de piel, collar negro, lentes oscuros.

Dice que lo "apaga" que lo traten como seudoestudiante sin saber que es una alumno de alto rendimiento, que nunca ha bajado su promedio de nueve. Sabe que la mayoría de la población se ha manifestado contra...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR