El infierno en la tierra

AutorMario Abner Colina

Tom Holland y Robert Pattinson tienen un duelo en El Diablo a Todas Horas, pero los intérpretes fílmicos de Spider-Man y Bat-man carecen aquí de habilidades sobrehumanas. Es más, hay poco de humanidad en ellos.

Están en una iglesia en un pequeño pueblo de Ohio dejado de la mano de Dios. Tom interpreta a Arvin Russell, un chico rodeado de tragedias, víctima del destino, obligado a sumirse en los profundos infiernos del alma.

Robert, por su parte, a Preston Teagardin, un predicador charlatán, elegante, pero de sonrisa infernal, que se aprovecha de sus "ovejas" más pequeñas. Algo va a ocurrir.

El momento en el que comparten cuadro es el favorito de Antonio Campos, el director neoyorquino que decidió adaptar "El Diablo a Todas Horas", gótico sureño de culto del escritor Donald Ray Pollock.

La atmósfera es clave. En este universo contaminado, laguna negra donde el mal se hacina, la religión se pervierte, la falsedad sale como espuma por la boca de la gente y la fe produce monstruos.

"Nos tomó mucho trabajo esa confrontación. Sabíamos que tenía mucho potencial y que iba a ser difícil. La coreografía de la cámara, la calidad de las interpretaciones de Tom y Rob, el ritmo de la edición, el diseño sonoro, la atención a los detalles y la música, los efectos y hasta la voz en off.

"Hay muchas cosas involucradas en esa escena tan íntima, de diálogo, entre dos hombres. Son siete minutos y el suspenso se sostiene en ese tiempo", dice Campos en una videollamada.

La película, que Netflix estrena hoy, tiene un reparto digno de blockbuster (Bill Skarsgard, Sebastian Stan, Mia Wasikowska, Jason Clarke y Riley Keough también están por ahí). Sin embargo, nada más oscuro e íntimo que este proyecto.

Al igual que la novela de Pollock, un autor comparado con Cormac McCarthy (Sin Lugar para Los Débiles) y Flannery O'Connor (Wise Blood), el filme es un edificio compuesto por diferentes historias que se cruzan, empapando todo de sordidez y violencia.

Hay una pareja de asesinos en serie (Clarke y Keough), un sheriff sumergido en la corrupción (Stan), un veterano de guerra que sacrifica animales para rezar (Skarsgard)... Todos aquí están huérfanos de virtudes.

"El material atrajo a estos actores, la oportunidad de ponerse en los zapatos de personajes tan intensos. Todos, además, conocían mi trabajo. Eso fue básicamente la clave", explica Campos (Christine...

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