El Informe Oppenheimer / El desafío de Europa del Este

AutorAndrés Oppenheimer

La línea oficial en gran parte de América Latina es que la reciente expansión de la Unión Europea, con la incorporación de 10 nuevos países de Europa del Este y Europa Central -incluyendo Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia- es una buena noticia para nuestra región.

Seguramente, veremos una avalancha de comunicados oficiales celebrando las nuevas oportunidades de cooperación biregional en la próxima Cumbre América Latina-Europa el 28 de mayo en Guadalajara, México, donde se reunirán más de 40 Jefes de Estado de ambos continentes. Será la tercera cumbre de este tipo, y la primera desde la expansión de la Unión Europea a 25 miembros.

Sin embargo, el panorama no es tan rosado para América Latina. Los nuevos miembros de Europa del Este pueden convertirse -como lo hizo China- en una potencia del mundo emergente, que podría empujar a América Latina más atrás en la lista de prioridades de las compañías multinacionales y los administradores de fondos de inversión.

"En inversión, estos países de Europa del Este son más atractivos que América Latina", me señaló Christian Freres, un investigador de la Asociación de Investigación y Especialización en Temas Ibero-Americanos, de Madrid, España. "Las compañías que vienen de otros lugares del mundo verán a Europa del Este como una plataforma excelente desde donde penetrar la Unión Europea".

Los países de Europa del Este ofrecen impuestos bajos, una mano de obra más barata que Alemania, Francia o Gran Bretaña, y a menudo trabajadores sumamente calificados. Una firma multinacional que abra una planta en la República Checa puede ahora exportar sin impuestos aduaneros a un mercado de 450 millones de personas en la Unión Europea.

La misma empresa, si quisiera hacer una inversión similar en Brasil o cualquier otro país latinoamericano sin un tratado de libre comercio con los Estados Unidos o Europa, sólo sería capaz de exportar con impuestos preferenciales a un mercado subregional de América Latina, más limitado y menos afluente.

Europa del Este también tendrá una ventaja propagandística.

En su calidad de países ex comunistas que han abrazado el capitalismo y el libre mercado con el celo de los conversos, estos nuevos miembros de la Unión Europea se han convertido en los favoritos de la comunidad financiera mundial. Estonia, por ejemplo, vio su inversión extranjera directa multiplicarse de 150 millones de dólares en 1996, a 853 millones de dólares en el 2003.

Según el Índice de Libertad Económica...

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