Infusionan su personalidad

AutorÁngel Rivas

Ser un barista sobresaliente no se trata sólo de preparar cafés contrarreloj y frente a un panel de jueces internacionales, sino de explotar la imaginación en bebidas únicas y originales.

Aquiles González, Erika Chagoya y Salvador Benítez presentan creaciones en las que se aprecia su bagaje, experiencia y carácter.

AQUILES GONZÁLEZ

SENCILLEZ CON POTENCIAL

El éxito del best macchiato, del barista Aquiles González, socio de Café Rococó, radica en la sencillez.

"Hago una bebida inspirada en algo que probé en Dinamarca (durante el Mundial de Baristas 2008). Se llama best macchiato y es como un capuchino con dos exprés y leche espumada. En Tijuana encontré los vasos para realizarla", explica.

Su contacto con el grano nació en el seno familiar. De pequeño, colaba y bebía los asientos de café que quedaban en la olla. Dedicaba sus pintas de secundaria a visitar cafeterías y tostadores de café.

"Trabajé en una cafetería familiar que sólo repartía a domicilio. La hija me enseñó a espumar y comencé a aprender técnicas. El capacitador Arturo Hernández, de Café Etrusca, nos dio un taller", recuerda.

Su hambre de experiencia lo llevó del decimocuarto al cuarto lugar en la Cuarta Competencia Mexicana de Baristas. Tras aquel triunfo se convirtió en entrenador. Recientemente obtuvo el título de catador Q de café.

ERIKA CHAGOYA

JUEGA CON LA QUÍMICA

Tres infusiones de café, dos de ellas con colores atípicos producto de una coloración vegetal, y un exprés fue lo que Erika Chagoya presentó en la Competencia Mexicana de Baristas 2012. Su intención era que los jueces identificarán el maridaje correcto.

"La infusión sin colorante y hecha con granos de tueste medio era la apropiada para tomar con el exprés", explica la barista de Gradios Deli-Café.

Chagoya utilizó café de Tlaltetela, que ostenta el Premio Cafecol, reconocimiento de calidad otorgado a cafetaleros veracruzanos.

"Trabajo con ellos porque son 14 productores indígenas que necesitan apoyo; su café tiene muy buena calidad", asegura.

Sus abuelos eran humildes cortadores de café que, al llegar a la Ciudad, dieron un golpe de suerte y se sacaron la lotería.

"Tomé café desde los cinco años, jugaba a la cafetería en lugar de a las muñecas y mi abuela me enseñó la parte empírica. Estudié administración, pero hace cinco años tomé cursos y hace cuatro inicié mi cafetería", cuenta.

En 2010 obtuvo el tercer lugar en la competencia nacional, en 2011 y 2012 quedó subcampeona.

Así lo dijo

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