Sobre la ingenuidad y el conformismo

AutorErnesto Diezmartínez

En un diálogo clave de Los edukadores (Die Fetten Jahre sind Vorbei, Alemania-Austria, 2004), segundo largometraje del cineasta austriaco Hans Weingartner, el encumbrado ejecutivo Hardenberg (Burghart KlauBner, ganador del equivalente al Óscar alemán como mejor actor secundario por este trabajo) hace el recuento y la racionalización de cómo fue cambiando su vida: de líder estudiantil en 1968 y habitante de una comuna política/sexual, hasta alcanzar y abrazar los valores burgueses que ahora ostenta con más resignación que orgullo: "Uno se casa, tiene hijos, la educación de ellos cuesta y un buen día, sin pensarlo, te encuentras votando por el partido conservador". Como decía una vieja tira cómica argentina: si no cambias al mundo, el mundo te cambia a ti.

Alemania, tiempo presente. Jan y Peter (el ubicuo joven actor hispano-germano Daniel Brühl y Stipe Erceg, respectivamente) son "los educadores" del título en español: una pareja de muchachos que se meten a las casas de los ricos cuando éstos salen de vacaciones para mover caprichosamente todos los muebles, hacer una pinta por aquí y allá, echar la porcelana al excusado y dejar algún mensaje que se quiere ominoso: "tienen mucho dinero". Jan y Peter no se rebajan a robar nada (por lo menos esa es la intención de Jan) y como saben que el "capitalismo explotador" es invencible, no les queda más desahogo que ejecutar ese ingenioso hostigamiento psicológico. Informada por Jan de esta suerte de performance político, Jule (Julia Jentsch), novia de Peter, decide participar en uno de esos operativos, con tan mala suerte que los tres muchachos terminan, sin querer, secuestrando a uno de esos odiados burgueses, el cincuentón señor Hardenberg.

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