Inteligencia incluida

AutorAnaline Cedillo

La fórmula "Todo incluido" puede resultar un coctel tan ensoñador como terrorífico, dependiendo de los elementos que se fusionen.

Hay un mar de opciones: sofisticadas, complejas, sencillas, económicas, flexibles, rigurosas, románticas, divertidas, de alto lujo... y a fin de sacarle el máximo provecho a este esquema de viaje -en el cual por un solo precio se incluye hospedaje, alimentos, bebidas y actividades recreativas en un hotel- la primera condición es armar una buena estrategia.

El chiste es no caer rendido ante una ganga que se escucha tan atractiva como el canto de las sirenas. Para no boicotear su odisea, los Ulises modernos deben sujetarse a su plan y considerar con detenimiento otros aspectos, además de un precio bajo, antes de tomar una decisión.

"Por un lado (el consumidor) tiene que conocerse a sí mismo, qué tipo de experiencia de viaje está buscando, qué precio tiene en mente, en qué fechas quiere viajar y qué servicios quiere contratar", aclara Tania Francis, directora de mercadotecnia de la agencia Expedia para Latinoamérica.

Porque si bien los paquetes todo incluido permiten optimizar el presupuesto destinado a las vacaciones, la clave está en reunir la mayor cantidad de información posible a través de Internet, agencias de viajes tradicionales y en línea, contemplar los gustos y necesidades de los acompañantes y comparar detalles de la información recabada. El ideal es confeccionar unas vacaciones a prueba de frustraciones.

"El grupo viajero debe definir qué es lo que busca en sus vacaciones y con base en eso elegir entre los diferentes tipos de hoteles disponibles", sugiere Oliver Reinhart, director general de la agencia PriceTravel.

Espejito, espejito, ¿qué hotel es más bonito?

Un precio bajo en un paquete todo incluido es innegablemente seductor, pero, antes de comprar, el huésped habrá de verificar si la categoría del hotel va de acuerdo con sus expectativas: si el tipo de comida y bebidas que se incluyen está dentro del estándar que acostumbra o si las actividades cumplen con la idea de entretenimiento que tiene en mente.

Una familia con niños seguramente encontrará decepcionante un hotel con insuficientes actividades para los más pequeños, deficiente infraestructura dedicada a ellos o sin servicio de niñera o menú infantil; mientras que una pareja de sibaritas se llevará un chasco dentro de un todo incluido en uno que sí tenga todo eso, que su gastronomía sea muy limitada, o cuyas instalaciones no sean exclusivas para adultos.

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