Para interpretar el cambio político

AutorJosé Woldenberg, Ricardo Becerra y Pedro Salazar

La elección de 1991 llamaba a un doble estreno: el de una institución -el Instituto Federal Electoral- y de una ley, el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Ambas creaciones se convirtieron en los instrumentos claves, llamados a construir prácticamente desde cero la credibilidad electoral en el país. Se trataba de una operación extremadamente delicada y desde bases muy precarias: era la primera que se celebraría bajo el mandato del Presidente Salinas y, obviamente, estaba ensombrecida por la desconfianza, los agravios y las dudas que había generado su propia elección en 1988.

No obstante sus limitaciones, con los asuntos que no fueron resueltos o con los que quedaron pendientes, los comicios de 1991 contrastaron positivamente en relación con la elección de tres años atrás. Como se ha dicho, y en primer lugar, por la enorme participación ciudadana que se registró ese año y que había observado un aumento de 15 por ciento respecto a 1988. El hecho estaba indicando un dato central de la transición mexicana, un dato que no la abandonaría en toda la década de los noventa: la aparición masiva de ciudadanos dispuestos a votar, que estaban encontrando en las urnas un instrumento privilegiado para su inserción en la modernización política. Como consecuencia de esta decisión tomada por millones, veíamos aparecer otro fenómeno político igualmente importante: la distancia entre el sistema de partidos en su conjunto y la sociedad -cuando menos en el proceso comicial- se estaba cerrando; los partidos políticos mexicanos no eran organismos que le resultaran indiferentes al "México de ciudadanos" del que hablaba Octavio Paz1 sino que, por el contrario, había la disposición de escucharlos, apoyarlos y de votar millonariamente por ellos. Era un buen signo, una condición indispensable para la construcción del "Estado de partidos".

El PRI se recuperó de una manera muy notable y el PAN se volvió a colocar como segunda fuerza. El PRD asistía a su primera contienda, lograba un resultado más alto que el de los partidos antecesores de la izquierda mexicana, pero muy inferior a los resultados obtenidos por la coalición de cinco organizaciones que dio vida al Frente Democrático Nacional tres años antes.

Otros fenómenos electorales empezaban a aparecer: el más significativo fue la votación que obtuvo el Partido Ecologista de México en la Ciudad de México, que se presentó como alternativa política distinta a las ofertas tradicionales y portador...

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