Intimidades de Berlín

AutorDaniel Zazueta

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BERLÍN.- Ellen, Karla e Irma Rosenthal vivían en el número 12 de la calle Neue Schoenhause, en Mitte, eran judías de los años 40.

Quien pase por su casa en la zona rosa de la capital teutona, un lugar con bares y cafés podrá darse cuenta, pero sólo si tropieza con las pequeñas placas colocadas en el suelo en su honor, mismas que algunos llaman "piedras de la memoria".

La ciudad que albergará hoy la Final del Mundial guarda muchas intimidades inaccesibles al turista. No sólo el pasado nazi, negado por la nuevas generaciones, también una constante renovación de un sitio que hace 17 años era una isla.

Berlín, dividida por el Muro hasta antes de 1989, estaba enclavada en su totalidad en la República Democrática Alemana y para acceder a la región capitalista había que atravesar el territorio socialista.

Cerca de la Ostbahnhof, antigua estación de trenes de la RDA, es posible ver los restos más conservados de la división, en los que se han dejado los graffitis subversivos.

Con la reintegración, el dilema entre una misma población que creció separada generó contradicciones culturales, en las que Ossies (del este) y Wessies (del oeste) tratan de convivir y tolerarse.

La apertura también trajo más extranjeros, muchos de los cuales se ganan la vida honestamente, pero algunos ofrecen el rostro del engaño.

Todos los días, numerosos visitantes pierden sus euros embaucados por una mafia de apostadores...

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