Invade corrupción centro de arraigo

REFORMA / Staff

El Centro de Investigaciones Federales, antes Centro Nacional de Arraigos, fue convertido durante los últimos años en un negocio de corrupción altamente rentable para la Agencia Federal de Investigación (AFI), pero la PGR apenas hace un mes lo descubrió.

Declaraciones de integrantes del crimen organizado revelan que, al igual que en una cárcel, en el centro de arraigos todo tenía un precio: desde introducir cigarros y refrescos hasta llevar whisky, cocaína y prostitutas a los presuntos delincuentes.

Los testimonios forman parte de la indagatoria PGR/SIEDO/UEI DCS/282/2008, con la que el 30 de abril la PGR arraigó a los mandos de ese centro por su presunta implicación en el rescate frustrado, en Nayarit, de Jerónimo Gámez, "El Primo", operador de los Beltrán Leyva arraigado hasta el 18 de abril.

Un ex integrante del Cártel de los Arellano Félix, convertido hoy en el testigo protegido "Angélica", afirma que lo más barato que vendían los elementos de la AFI eran los refrescos, a 200 pesos cada uno.

"Ellos también consiguen laptops, internet, Nextel, droga. En una ocasión pedí tantita cocaína, y me dijeron que por una 'lata', que equivale a menos de un gramo, algo así como medio gramo de cocaína, me iba a costar como 2 mil pesos; pero cualquier cosa que ocupara yo podía pedir", contó a la SIEDO el 22 de abril.

Un ex integrante de "Los Zetas", hoy colaborador con clave "Pitufo", reveló el 21 de abril las tarifas.

El paquete de 2 kilos de barbacoa, un kilo de tortillas y 4 refrescos de lata tenía un costo de 10 mil pesos.

En tanto, una hamburguesa y un refresco valían mil pesos.

"Tanto la comida como todo lo que ofrecen de manera ilícita lo ingresan a los cuartos en un bote de basura, y de esa misma forma sacan tanto la basura como las botellas de vino, que también se pueden adquirir por medio del comandante Arturo Negrete (director de Arraigos de la AFI)", declaró "Pitufo".

Ambos testimonios revelan que los responsables de la seguridad camuflaban a las prostitutas con uniformes de la AFI para que entraran al centro de arraigos a sostener relaciones sexuales con los indiciados.

Quien contratara este servicio debía pagar a los mandos de la AFI de 20 mil pesos a 5 mil dólares por media hora de sexo y resignarse a tener el encuentro íntimo en el único lugar donde no había cámaras de vigilancia: un baño.

El 23 de abril, otro testigo protegido, "Conde", vinculado a los Beltrán Leyva, contó que a él le ofrecieron servicios como...

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