Inversiones

En Nueva York se venden ya cascotes de las Torres Gemelas como en Berlín se vendían trozos del muro. Giuliani, muy enfadado, ha dicho a la gente que no compre, lo que es tanto como pedir a un talibán que no rece. Todos preferiríamos que los hábitos de consumo no influyeran en las labores de desescombro, pero estamos hechos de átomos de mercado y no comprendemos la realidad hasta que sale a la venta. Nadie, entre nosotros, tiene un valor diferente al de su precio, aunque haya una retórica barata al servicio del aprecio. Fíjense, si no, en el asombro que ha producido en los analistas políticos el hecho de que Bin Laden apenas hubiera invertido 90 millones de pesetas en la demolición de las torres, cuando un solo misil Tomahawk cuesta 100.

La diferencia la pone el odio, que increíblemente no es un valor reconocido por el mercado. Calculen ustedes los dólares que habría costado tumbar esas torres sin odio y se harán una idea del valor de los sentimientos. La economía es caprichosa. No sabe uno nunca cuál es la mejor inversión. Colocas tu dinero en telefonía móvil y suben las señales de humo; inviertes en misiles y se ponen por las nubes los tirachinas. Es cierto que con el odio no te puedes hacer colgantes ni pulseras, como...

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