Iraquíes: Asesinadas por honor

AutorCarolina Podestá

Especial

Ahuas tiene menos de 30 años, pero el complejo laberinto de su vida la ha marcado y su rostro ya perdió la juventud típica de las tres décadas. Entra en la habitación para contar por qué está en ese centro de mujeres en la ciudad de Sulaymania, aunque en realidad desconoce gran parte de su propia historia. Tiene los ojos de un niño asustado.

Ensimismada, da la impresión de que difícilmente emitirá una palabra. Sin embargo, de repente y con frases cortadas, decide contar desde el principio: "Nací en la ciudad de Kirkuk, que ahora está bajo el control del régimen iraquí. Soy la mayor de varios hermanos y fui la única que no tuvo educación porque me asignaron las tareas de la casa; suspendí mis estudios al tercer año.

"Cuando era muy pequeña mi padre murió, y al poco tiempo mi madre se volvió a casar. Su segundo marido fue muy malo con nosotros, nos castigaba y a ella la golpeaba brutalmente sin que pudiera hacer nada.

"Cuando tenía 12 años me dijeron lo que a tantas otras chicas: debes casarte con tu primo. Yo no quería saber nada de eso, amaba a mi primo como a un hermano, habíamos crecido juntos y jugado toda nuestra infancia. No podía quererlo como marido. Sin embargo, cuando cumplí los 13 nos casamos y tuve con él dos hijos. Estuvimos juntos 6 años hasta que nos separamos, mis hijos se quedaron con él, así es la ley en este lugar".

Separarse o no casarse son situaciones humillantes en Kurdistán. "Avergonzada volví a la casa de mi hermana y allí me quedé un tiempo. Por temor a confrontar a mi familia, a los 5 meses me volví a casar con otro hombre. Mi segundo esposo fue una persona muy buena, todo lo contrario a lo malvada de su madre, mi suegra.

"Transcurrido poco más de un año enviudé, alguien lo asesinó al acusarlo de contrabandear en la frontera iraní. Con él tuve un niño que ahora tiene 7 años. Me quedé a vivir en su casa hasta que su madre comenzó a rumorar que yo me acostaba con muchos hombres. De esta manera me echó de la casa y se quedó con mi hijo. ¡Era el tercer hijo que perdía en mi vida! Lo que dijo mi suegra era verdad: estuve con varios hombres y quedé embarazada de uno de ellos sin saber precisamente de cuál. Tenía hambre, no tenía dinero ni nada para mi hijo, y tuve que hacerlo.

"Por esa razón fui arrestada durante casi dos años y mi hija Kale nació en la prisión. Cuando estaba en la cárcel vino un día a visitarme la madre de mi segundo marido. Ella me dijo que mi familia había dado la orden de matarme, que no...

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