Isabel Turrent / Brasil: economía y protestas

AutorIsabel Turrent

Es una suerte que al economista Jim O'Neill, que en 2001 tuvo la ocurrencia de agrupar a las "potencias emergentes" que supuestamente dominarían el siglo XXI bajo el acrónimo de BRICs, la M le haya resultado poco eufónica y haya dejado de lado a México. El bautizo colectivo resultó ser el beso de la muerte. Desde su aparición a los BRICs se les han ido desgajando las letras. Rusia se ha convertido en un petro-Estado dictatorial; India es una democracia fragmentada con un modelo de desarrollo tan desigual que habría que preguntar qué partes de la India califican como (mini)potencias "emergentes". China es tal vez el único BRIC que se sostiene económicamente, pero no es una democracia y eso lo descalifica de entrada como modelo, y los problemas de Brasil desembocaron a mediados de junio en una ola de manifestaciones multitudinarias que han puesto en duda los principios del proyecto modernizador que ha dominado la vida del país por más de un decenio.

Las semillas económicas del descontento las sembró Lula, pero ha sido la presidenta Dilma Rousseff quien las ha cultivado con esmero. Lula gobernó Brasil en medio de la bonanza resultado del alza en los precios de los minerales y productos agrícolas que el país empezó a exportar en cantidades crecientes a China. Brasil creció velozmente. En algunos años, a una tasa anual de más de 10%. Lula aprovechó los ingresos por exportaciones, más la entrada de sumas crecientes de capital extranjero, para sacar de la miseria a millones de brasileños que se incorporaron a la clase media. Pero también, para apuntalar un modelo económico intervencionista -que algunos han llamado capitalismo de Estado- que financió industrias escogidas, como la empresa aeronáutica Embraer o Petrobras y favoreció a algunos sectores económicos con exenciones de impuestos, subsidios y otras medidas proteccionistas que distorsionaron el funcionamiento del mercado.

El caso de Petrobras es ilustrativo. La estrella del firmamento económico de Brasil se convirtió a partir de 2007 en un instrumento de la política económica gubernamental a corto plazo. Lula obligó a la empresa a comprar sus insumos en el mercado interno, elevando sus costos de operación y retrasando sus proyectos. Después, Brasil adquirió la llamada "enfermedad holandesa", que es siempre consecuencia del descubrimiento y explotación de riquezas como gas, petróleo, minerales o diamantes, que enriquecen a un país pero alteran el funcionamiento de la...

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