Isabel Turrent / El caos europeo

AutorIsabel Turrent

El primer ministro francés, Manuel Valls, no exageró: el resultado de las elecciones parlamentarias europeas de fines de mayo fue un "terremoto político". Un cataclismo que cimbró hasta sus cimientos a los sistemas políticos de Inglaterra y Francia, las dos economías más fuertes de Europa después de Alemania. En Inglaterra, el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) que encabeza Nigel Farage, un político estridente y xenófobo, obtuvo 27.5% de los votos, dejando en el camino al Partido Laborista, con 25.4%, y al Conservador del primer ministro Cameron que obtuvo 23.9%. La legitimidad del laborismo como principal fuerza opositora quedó en entredicho, y la del socio de Cameron en la coalición gobernante, en ruinas: los liberales demócratas de Nick Clegg, que hicieron campaña a favor de la Unión Europea (UE), obtuvieron apenas 6.9% de la votación.

En Francia, la debacle para los partidos que se han turnado por décadas en el poder fue aún peor. El Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, el partido de extrema derecha cuya razón de ser es el nacionalismo antieuropeo a ultranza y el odio a los inmigrantes, rebasó cualquier expectativa. Obtuvo 25% de los votos, mientras que el UMP de centro derecha -el partido del ex presidente Sarkozy- recibió apenas 20.8% y los socialistas del presidente Hollande, obtuvieron -en parte, como reflejo de su abismal tasa de popularidad (18%)-, tan sólo el 14%.

Partidos radicales del corte de UKIP y el FN en otros países de la Unión Europea (UE), obtuvieron también suficientes votos para mandar representantes al Parlamento. Quienes han emprendido en la prensa continental el control de daños han subrayado que aunque los representantes de la ultraderecha ocuparán 30% de los escaños en el Parlamento europeo, difícilmente podrán formar un bloque unido: sus diferencias diluirán su poderío potencial. Tienen razón.

También quienes han señalado -aun en la prensa británica- que la posible salida de Inglaterra sería un duro golpe para la UE, pero no un asunto de vida o muerte. El tan llevado y traído retiro inglés no ha amenazado nunca la existencia de la UE. El resultado de la votación en Francia, por el contrario, sí podría sepultar a la Europa unida. Es casi un lugar común, no por eso menos cierto, recordar que desde su nacimiento en los años cincuenta, la integración económica -y política- del continente ha girado en torno a dos ejes: el poderío económico alemán y el liderazgo político de Francia. El resultado de...

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