Isabel Turrent / La democracia en peligro

AutorIsabel Turrent

Los títulos de algunos de los libros que se han publicado en inglés recientemente sobre la democracia hablan por sí mismos. Algunos apuntan a la complacencia o desinterés de los votantes en las democracias modernas; otros a la relación entre el liderazgo y la obediencia, y alguno más a las "amenazas" a la democracia en Occidente. La preocupación de los autores y de quienes han reseñado estos libros se desprende del fortalecimiento de movimientos como el Tea Party en Estados Unidos, o del crecimiento de partidos de ultraderecha en Europa que ponen en riesgo la institucionalidad democrática y los derechos que la sustentan. Les preocupa el futuro de la democracia, su flexibilidad potencial para adaptarse a los cambios de la modernidad y la naturaleza de la gobernabilidad en una atmósfera de flujo político.

Lo que ninguno de estos analistas anglosajones pone en duda, a pesar de los problemas y ambigüedades de cualquier democracia, son las evidentes ventajas políticas y morales de la democracia representativa sobre cualquier otro sistema que se le haya ocurrido a la humanidad a lo largo de la historia, llámese monarquía, totalitarismo, oligarquía o dictadura. Por ello, el resultado del Latinobarómetro publicado ayer en Reforma es alarmante: el apoyo popular a la democracia en México se ha desplomado de un 63% en 2002 a 37% en 2013. El nivel de satisfacción de los encuestados mexicanos con la democracia es de tan sólo 21%, uno de los más bajos de toda América Latina. El resultado confirma con cifras la atmósfera de enojo, descontento y confusión de la opinión pública en el país. Y lo grave es que cuando el apoyo de la ciudadanía a la democracia se resquebraja, cualquier otra opción se vuelve una alternativa aceptable.

La democracia perdura y se fortalece en países cuyas instituciones políticas tienen los recursos y la capacidad de adaptación a cambios externos e internos, siempre y cuando esos cambios se den y resuelvan dentro del marco institucional democrático. Líderes políticos como López Obrador o grupos de choque como la CNTE han vulnerado por años el orden democrático al poner en duda los resultados del voto, inventar fraudes, mandar "al diablo a las instituciones" y optar por canalizar sus demandas y protestas por fuera del marco institucional. No existe un encuadre legal que legitime la abrogación de una ley aprobada por el legislativo a través de plantones, ataques contra la propiedad privada y el...

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