Isabel Turrent / Elecciones europeas

AutorIsabel Turrent

Ni quién se acordara. Hasta 2019, las elecciones para el Parlamento Europeo padecían un alto abstencionismo y merecían apenas unas cuantas menciones en la prensa del continente y, menos aún, en los periódicos del resto del mundo. El desinterés se alimentaba, en buena parte, del mito de los euroescépticos europeos que argumentaban que la Unión Europea (UE) era una institución antidemocrática, donde élites burocráticas que no rendían cuentas a nadie y devastaban la soberanía nacional de sus miembros, eran dueñas absolutas de la toma de decisiones.

Poco importaba que las elecciones fueran un ejercicio democrático que convocaba a más votantes que las elecciones en la India -la democracia más populosa del mundo-. (Este año participaron en las elecciones parlamentarias de fines de mayo 400 partidos, en su mayoría nacionales, que presentaron a 5,000 candidatos para elegir a 751 parlamentarios europeos).

Tampoco parecían importarle gran cosa al electorado europeo las tareas fundamentales que el Parlamento desempeña dentro de la UE: discutir y corregir las propuestas legislativas de la Comisión Europea -que es de hecho el poder ejecutivo de la Unión-, supervisar el presupuesto y conformar una mayoría partidista para validar la elección del presidente de la Comisión: el hombre más poderoso de la UE.

Ese desinterés comenzó a diluirse con la elección de Trump -enemigo declarado de la Unión Europea y del globalismo que representa-, el surgimiento de líderes populistas que sentaron sus reales en la periferia de la UE -en Polonia y Hungría, sobre todo- y en países fundamentales para la Unión, que llevan años sin poder resolver sus problemas económicos, como Italia. Y, sobre todo, con Brexit.

De bote pronto, el resultado de las parlamentarias pareció fortalecer a la ultraderecha populista. Apuntaló al régimen iliberal de Orban en Hungría y a la teocracia populista de Ley y Justicia en Polonia. La Liga del Norte del demagogo italiano Matteo Salvini arrasó en las elecciones en Italia y el partido renovado de Marine Le Pen ganó en Francia. En Inglaterra, el Fénix del euroescepticismo, Nigel Farage, que ha encontrado la fórmula perfecta del coctel populista, una mezcla de "orgullo nacional herido", resentimientos sociales y uso de la información digital, para atraer a los...

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