Isabel Turrent / ¿Qué hacer?

AutorIsabel Turrent

En el pasado, antes del siglo XVIII, cuando los de arriba y los de abajo estaban convencidos de que el orden económico y político dentro del cual habían nacido era inmutable y validado por la tradición, las religiones establecidas y el Estado, los descontentos deben haberse roto la cabeza buscando salidas para mejorar y transformar su entorno. Hoy, en el mundo de la informática moderna, todos -menos los que no quieren ver o no se han despojado de sus anteojeras ideológicas- pueden encontrar la respuesta. Frente a las distintas propuestas de los candidatos en esta campaña, basta echar mano de los incontables libros y artículos que se han escrito sobre el mejor camino para consolidar la modernidad para descartar promesas disfuncionales o descabelladas y, sobre todo, para demandar los cambios que necesitamos.

El libro reciente de James Robinson y Daron Acemoglu (Why Nations Fail?) es una buena guía. Tiene la ventaja de manejar una tesis que se aplica en cualquier latitud y de probarla con un viaje por la historia que abarca, literalmente, del neolítico al siglo XXI.

A diferencia de otros, Robinson y Acemoglu despachan aquellas teorías que achacan la desigualdad entre las naciones y la pobreza de muchas a la distribución de recursos, la geografía, población o cultura. La desigualdad y la miseria son resultado de las decisiones políticas que diversos regímenes -y las élites que los sustentan- han aplicado a lo largo de la historia: Nogales, Sonora, y Nogales, Arizona, comparten la misma historia, geografía y cultura. Es la diferencia abismal entre las instituciones políticas de Estados Unidos y las de México las que explican por qué nuestro Nogales se hundió en la pobreza mientras el del Norte progresaba. Lo mismo sucede con el otro ejemplo que los autores exploran hasta el cansancio: las dos Coreas.

La diferencia institucional entre los países que progresan y los que fracasan, dicen Robinson y Acemoglu, consiste en que los primeros construyeron instituciones políticas y económicas "inclusivas" y los segundos mantuvieron y fortalecieron las "extractivas" del pasado. Las primeras incorporan a todos los ciudadanos al quehacer político e imponen límites al ejercicio del poder. También incluyen a todos en el progreso económico: fomentan la innovación tecnológica y la destrucción creativa, imponen el Estado de derecho e impulsan la educación. Es fácil definir a las "extractivas": son aquellas instituciones políticas y económicas que ponen a la...

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