Isabel Turrent / Kremlin Inc

AutorIsabel Turrent

De todas las elecciones que se llevarán a cabo en el mundo en 2012, ningún resultado podía preverse con tanta certeza como la (re)elección de Vladimir Putin para un tercer periodo presidencial en Rusia. Putin goza aún de una buena tasa de popularidad -el electorado recuerda todavía con horror los 20 años del desorden político y económico que siguieron a la desaparición de la Unión Soviética y muchos le agradecen la estabilidad y el crecimiento que marcaron, al menos, sus primeros ocho años en el poder-. Y si la popularidad que aún conserva no hubiera sido suficiente, los instrumentos que Putin ha diseñado para conservar el poder a toda costa hubieran garantizado su triunfo. Como en las elecciones parlamentarias de diciembre, el Kremlin echó mano de artimañas dignas del viejo PRI: entre otras, votantes acarreados, urnas embarazadas y listas electorales infladas a favor de Rusia Unida -el partido del Presidente-. Aplicó también estrategias propias: el control estatal de la mayoría de canales de radio y televisión y la aprobación de candidatos que ni juntos ni separados hubieran podido derrotar a Vladimir Putin.

Todo hubiera sido miel sobre hojuelas si decenas de miles de manifestantes no se hubieran reunido una y otra vez en las plazas y avenidas de Moscú para rechazar la reelección del Presidente y la democracia "dirigida" que encabeza. Un eufemismo para enmascarar un régimen oligárquico y corrupto formado por los allegados al Presidente, muchos de ellos ex miembros de la KGB conocidos como los siloviki (los "hombres del poder"), que se han acumulado fortunas fabulosas renacionalizando y explotando empresas privadas. Lo que algunos han llamado Kremlin Inc.

La estrategia de erigir grandes monopolios estatales en industrias estratégicas como los hidrocarburos y minerales fue siempre parte del proyecto de Putin, pero se convirtió en una política sistemática después del encarcelamiento en 2003 de Mijaíl Jodorkovski, dueño del gigantesco complejo petrolero Yukos, y, entonces, el hombre (menor de 40 años) más rico del mundo. La expropiación de la empresa y el encarcelamiento de Jodorkovski, después de dos juicios amañados, colocó a los siloviki por encima de cualquier marco legal: si Yukos y su principal accionista podían ser eliminados sin mayores consecuencias, cualquier empresa podía ser parte del botín de la oligarquía.

Los hidrocarburos enriquecieron a los burócratas metidos a empresarios y banqueros y garantizaron también la paz social. Los...

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