Isabel Turrent / El llamado de Porfirio Díaz

AutorIsabel Turrent

Pasaron años desde el fin de la intervención francesa, donde termina el primer tomo de la gran biografía de Porfirio Díaz escrita por Carlos Tello Díaz, y la entrada de Díaz a la Ciudad de México, y al poder, en 1876. Pero no tantos para no reconocer al Porfirio Díaz y a las tropas a su mando que ayudaron a sepultar al Imperio y a Maximiliano, en el retrato que el escritor Federico Gamboa recogió en su diario. El 23 de noviembre de 1876, los sufridos habitantes de la capital, curados de espantos por décadas de violencia, se encerraron a piedra y lodo. Más que verlos, escucharon el ruido de los huaraches de millares y millares de serranos, principalmente zacapoaxtlas, según Gamboa, que "no paraban de desfilar por las calles y de anegarlo todo, cuarteles, escuelas, plazas, atrios...". Su aspecto "no era tranquilizador". Torvos, callados, siniestros.

La curiosidad, el entusiasmo o la resignación -dependiendo de cada bando- le ganaron al temor y sacaron a los capitalinos a las calles días después: todos querían presenciar la entrada triunfal del "caudillo victorioso". Gamboa vio pasar a Díaz tras los cristales de La Concordia, el café más lujoso y concurrido de la ciudad. "Busto macizo de vastas espaldas y cuello fuerte, la cabeza erguida... el bigote negro y gacho, la mirada dominante, profunda y resuelta". El mismo general condecorado que nos mira sin vernos desde la portada de ese primer libro de Tello. Ese que era muy frío para tomar decisiones, su mayor cualidad como estadista, y defecto como persona.

Probablemente, Porfirio cargaba la ambición de poder en los genes -es una tentación casi universal- pero el proyecto de país que empezó a aplicar en 1876 fue fruto de su biografía. El libro de Tello nos lleva de la mano de Díaz (y de Juárez y la generación de hombres notables e ilustrados que los acompañó) a recorrer el siglo XIX. Es una travesía dolorosa.

A través de la historia del país entero y del microcosmos de Oaxaca nos volvemos testigos de la fractura de una sociedad que no pudo cuajar como nación y que tampoco pudo, o no quiso, hacer nada para evitar que su poderoso vecino del norte le arrebatara más del 50% de su territorio. Díaz tenía entonces 18 años.

El enfrentamiento entre liberales y conservadores que derivó en la Guerra de Reforma se reflejó en Oaxaca en pugnas en versión oaxaqueña; en...

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