Isabel Turrent / Sin luz y sin petróleo

AutorIsabel Turrent

Las últimas semanas han abundado en noticias sobre los problemas económicos del país y sobre el diálogo de sordos entre quienes proponen una reforma a fondo y quienes la rechazan con base en calificativos que dejaron de tener contenido -si es que lo tuvieron alguna vez- hace mucho tiempo. El intercambio ha sido producto, una vez más, de la propuesta del gobierno para reformar el sector energético. Legisladores, analistas y abogados del statu quo ante (nostálgicos del priismo en el poder), se han rasgado las vestiduras invocando un nacionalismo trasnochado que defiende el "patrimonio de la Patria", la "soberanía", lo "nuestro" y que han acusado a quienes proponen las reformas de "entreguismo" y de "enajenar" la propiedad de la Nación. Son los mismos que paradójicamente se quejan del creciente desempleo y de la pérdida de competitividad de las industrias del país, especialmente aquellas que producen bienes destinados a la exportación. Más allá del hecho de que los anti-reformistas carecen de propuestas alternativas -para no hablar de ideas- su discurso refleja una ignorancia y una confusión sorprendentes. Son al parecer incapaces de aplicar la simple ley de la causalidad y de ver que una de las causas fundamentales de los problemas económicos que enfrentamos es precisamente el efecto del estado de cosas que defienden. Hablan, por lo demás, como si México fuese un país situado en otra galaxia: una nación a la cual no puede aplicarse lo que funciona para el resto del mundo. Un país que tiene leyes propias, donde el nacionalismo se defiende debilitando la economía y empobreciendo a los habitantes que son, por cierto, el componente fundamental de la Nación.

Sin una reforma económica a fondo, las empresas mexicanas -especialmente las exportadoras- seguirán perdiendo competitividad y generando desempleo porque sus costos les impiden ser competitivas en el ámbito internacional. Gran parte de esos costos provienen de la falta de inversión en infraestructura y de la manera como funcionan instituciones básicas para el comercio, como los puertos (los más caros del mundo, de acuerdo con la nota publicada en Reforma hace unas semanas). Pero un componente fundamental de esos costos no competitivos está directamente relacionado con los bienes y servicios que proveen los monopolios -y los oligopolios- que dominan la economía mexicana y que muchos de nuestros legisladores priistas y perredistas defienden a ultranza. La industria eléctrica es "nuestra" porque...

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