Isabel Turrent / El Estado nana

AutorIsabel Turrent

El mundo de hoy, que algunos llaman moderno y otros posmoderno, es de muy reciente factura. La explosión demográfica que dio por resultado la sociedad de masas en que vivimos empezó a principios del siglo XX. En 1900 el planeta tenía apenas mil millones de habitantes; hoy pueblan la tierra siete mil millones. En tan sólo 50 años la industrialización dio un gran salto cuantitativo y cualitativo: en unas décadas, la informática ha revolucionado los modos de comunicación.

El mundo moderno es naturalmente fluido e inestable. Los sistemas políticos democráticos son entidades híbridas: sistemas representativos y economías de mercado que han adoptado, sin embargo, diversas variantes de Estado benefactor comprometido con la redistribución de recursos y la erosión de la desigualdad. El hombre de hoy comparte con sus antecesores preocupaciones políticas comunes. Entre ellas, cuál debe ser la relación entre el ciudadano y el poder. Es una de las grandes preguntas de nuestro tiempo: ¿qué impacto ha tenido el surgimiento de la sociedad de masas en cada ciudadano? ¿Debe el Estado expandir su ámbito de acción a esferas que por mucho tiempo se consideraron como parte de la vida privada? ¿Debe regular la informática moderna?

Sistemas autoritarios en su versión posmoderna, como China y Rusia, han respondido ambas preguntas con un sí rotundo. Para ambos, la libertad -o la autonomía- de sus ciudadanos es una variable subordinada a la necesidad de mantener la estabilidad política y social (y, por supuesto, de asegurar la permanencia de las élites en el poder).

Es paradójico que la respuesta a esas preguntas en sistemas que se consideran democracias plenas sea tan ambigua. Hasta ahora, nadie ha propuesto seriamente regular el internet. Las compañías que dominan la red tienen completa libertad para producir y vender programas por demás exóticos. A Facebook y compañía, donde se exhiben públicamente las vidas privadas, habrá que sumar pronto -de acuerdo con el New York Times- un sitio que le asegurará al suscriptor el "twiteo" post mórtem (basado en el análisis de su estilo, temas y preferencias en vida). Además, Facebook ha anunciado ya el lanzamiento de otro programa llamado crowdsource, donde el usuario tomará todas sus decisiones después de comunicarse con sus contactos y pedir su consejo. Parece ser el fin de la duda metódica. La colectividad internauta decidirá por usted desde qué tipo de café consumir, hasta los arreglos florales...

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