Isabel Turrent / El patio trasero

AutorIsabel Turrent

Días antes de tomar posesión, Donald Trump ha decidido elevar su popularidad -lastimada por sus oscuros tratos con el presidente ruso-, dar un golpe propagandístico que le regale las ocho columnas de los principales periódicos, y probar desde ahora que cumple sus promesas, a costa de México.

Ha vuelto al famoso muro que él va a construir y nosotros vamos a pagar, y blandido la estrategia de palo y pan -amenazas de aranceles de al menos 5% para importaciones, exposición pública de empresas "antinorteamericanas" que producen en el extranjero, más ofrecimientos de subsidios- para "convencer" a Carrier, Ford y General Motors de producir en Estados Unidos, no en las plantas que tienen o planean construir en México. En su afán por debilitar a la industria automotriz mexicana, amenazó hasta a la empresa japonesa Toyota con aranceles si establece una nueva planta en México.

Toyota no cedió, pero las otras empresas, sí. Ford canceló un proyecto de 1600 millones de dólares en México y producirá en Michigan. (Su director, Mark Fields, se postró de hinojos frente a Trump y le agradeció "mejorar la atmósfera para hacer negocios en los Estados Unidos").

Que Paul Ryan, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, haya dicho hace días que el Congreso no aceptará el alza de tarifas a las importaciones, explica en parte la prisa de Trump. A fin de cuentas el libre comercio ha sido siempre una bandera del GOP. Pero si Ryan decide de verdad rechazar las iniciativas proteccionistas que emanen de la Casa Blanca tendrá un choque frontal con el Presidente.

Todo el equipo de Trump, desde Lighthizer, el encargado de comercio, hasta Peter Navarro, uno de los principales asesores en asuntos comerciales, son fervientes abogados del proteccionismo.

Es curioso por cierto -y una buena lección para México- que, de acuerdo con The Economist, todos ellos hayan vivido de proteger a las empresas acereras norteamericanas, que su blanco favorito sea China, y Trump no haya tomado hasta ahora ninguna medida en contra de las empresas que tienen plantas en ese país. Y eso a pesar de que, a diferencia de las empresas exportadoras mexicanas, el gobierno chino sí ha subsidiado...

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