La isla del pasado

AutorAnaline Cedillo

ENVIADA

KAOHSIUNG CITY, Taiwán.- La mañana que atracamos en el puerto de Kaohsiung, desde la ventana del camarote vimos el faro en lo alto de una colina. A la distancia, la humedad y un poco de neblina impedían adivinar sus detalles, pero no lograban ocultar el verdor de la Isla Cijin.

Situada justo frente a la terminal de cruceros, Cijin resguarda una de las facetas más tradicionales de esta metrópolis taiwanesa. Así que después de recorrer algunas de sus calles modernas repletas de motonetas, y de bajar al subsuelo para conocer la estación del metro Boulevard Formosa, decidimos mirar al pasado.

Conquistar el Faro Cihou es nuestro objetivo. Fue construido por ingenieros británicos en la punta del monte Cihoushan en 1883, dos décadas después de que el puerto Dagou fuera abierto al comercio internacional.

Durante la ocupación japonesa, en 1916, el faro fue renovado. El aspecto que tiene actualmente, con su torre octagonal y estilo barroco, pertenece a esa etapa, concluida dos años más tarde.

Su ubicación reserva una vista excepcional de la isla y la llamada capital marítima de Taiwán, por lo que fue declarado edificio de interés histórico por el Ministerio del Interior en 1985, y desde entonces acondicionado para recibir visitantes.

Para llegar desde el crucero, que nos trajo navegando por el Mar de China, compartimos un ferry con otros turistas y varios habitantes de Kaohsiung. El transporte acuático pasa cada cinco minutos y el trayecto de un punto a otro dura aproximadamente el mismo tiempo.

La mayoría de los visitantes extranjeros ocupa los asientos del piso superior. Algunos preferimos colarnos en la parte de abajo -aguantándonos el olor a combustible-, atraídos por una veintena de jóvenes taiwaneses que van con sus motos y bicicletas, listos para salir velozmente en cuanto el bote alcance la otra orilla.

Con más calma, bajamos del ferry y cruzamos el muelle de ladrillos rojos para mezclarnos con el resto de los peatones.

Entre puestos de delicias callejeras: agua de coco, frituras, mariscos y pescado fresco (se dice que son los mejores del destino) nos encaminamos hacia el sendero que conduce al faro y dejamos atrás el ajetreo de las compras.

El trayecto es agotador. Sin sombreros para protegernos, vamos de subida en fila india con otros paseantes, aprovechando cualquier cachito de sombra. La temperatura promedio en Taiwán es de 24 grados centígrados, pero la humedad provoca que el calor se sienta mucho más.

Entonces llegamos al Fuerte...

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