Jaime Sánchez Susarrey / La lista

AutorJaime Sánchez Susarrey

Guillermo Fariñas suspendió su huelga de hambre después de 134 días. El régimen castrista se comprometió a la liberación progresiva de 52 presos políticos, tal como lo exigía el disidente. Once de ellos llegaron a España, aunque se encuentran en una situación indefinida porque no tienen el estatuto de refugiados políticos. Como quiera que sea, es indiscutible que los hermanos Castro se vieron obligados a recular por primera vez en la historia.

La victoria de Fariñas no se puede explicar sin la muerte de Orlando Zapata el 23 de febrero pasado. El Parlamento Europeo y un grupo muy importante de intelectuales de todo el mundo condenaron al gobierno de Cuba. Zapata exigía, exclusivamente, que se le tratara como lo que era: un preso político. Pero la respuesta del régimen castrista fue la cerrazón y Zapata falleció después de 85 días en huelga de hambre.

El costo para la dictadura castrista fue muy alto. Se trataba del segundo preso que moría defendiendo sus convicciones. El primero fue Luis Carlo Boitel fallecido en 1972 tras una huelga de 53 días. Pero en aquellos años nadie, o casi nadie, levantaba la voz contra las atrocidades de la dictadura castrista. La excepción en América Latina era Octavio Paz. Ahora las cosas son diferentes.

Sería ingenuo, sin embargo, suponer que la liberación de los 52 presos políticos cambia radicalmente los abusos y la violación de los derechos humanos en Cuba. La dictadura castrista, la más vieja del continente, sigue siendo inclemente con los disidentes e implacable contra las libertades de expresión, protesta y organización. La victoria de Fariñas no hace verano. Falta mucho, o casi todo, por recorrer.

Por eso resulta vergonzosa e indignante la falta de solidaridad de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos con la causa de la libertad y la democracia en Cuba. Prácticamente nadie condenó la muerte de Orlando Zapata y las manifestaciones de apoyo a Guillermo Fariñas brillaron por su ausencia. La lista de la infamias es muy amplia, pero sin duda es Lula da Silva quien la encabeza.

El presidente de Brasil, hombre de izquierda, arribó a La Habana exactamente el día que falleció Orlando Zapata. Y no sólo guardó un complaciente silencio, sino que se negó a recibir la carta de 50 presos políticos que solicitaban su intermediación para evitar la muerte de Zapata e impulsar reformas democráticas en Cuba.

El colmo de la desfachatez ocurrió en Brasil, cuando Lula da Silva manifestó su apoyo abierto e irrestricto a la...

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