Jaime Sánchez Susarrey / ¿Compañeros de ruta o petate?

AutorJaime Sánchez Susarrey

La Ley Federal del Trabajo data de 1970. El mundo era otro. México era una economía cerrada y se adentraba en el estatismo de Luis Echeverría y López Portillo. Hacia 1982, las empresas paraestatales sumaban más de mil entidades y entre ellas se encontraban una fábrica de bicicletas (Cóndor) y el famoso restaurante Focolare.

Hoy, el desfase entre la ley y la economía real no puede ser más drástico. Además que las consecuencias económicas para las empresas son negativas. Señalo tres entre muchas: primera, el pago de salarios caídos en tiempo indefinido ha producido la quiebra de pequeñas y medianas empresas.

Segunda, la excesiva reglamentación para el empleo de trabajadores hace que las empresas busquen formas de subcontratación para reducir la carga económica.

Tercera, la dificultad para hacer ajustes, en el contexto de una economía globalizada, provoca que las empresas busquen reducir al máximo la creación de nuevos empleos.

Frente a esta realidad, la izquierda maneja un argumento verdaderamente absurdo. Según un académico de esa corriente, la reforma no tiene sentido porque la economía funciona ya, a pesar de la anacrónica ley del trabajo, con un alto grado de contratación, despido, rotación e informalidad.

Pero el argumento se refuta a sí mismo. Si la economía funciona al margen y en contra de la ley es hora de cambiar y adecuar la ley, toda vez que el sistema económico tiene su propia dinámica y no se puede cambiar por decreto.

Y lo más importante: el cambio de la ley incrementaría el grado de flexibilización y de ese modo aumentaría las probabilidades de contratación formal.

Porque, a final de cuentas, el objetivo de la reforma es flexibilizar para facilitar la inversión y creación de empleos, con la consecuente reducción de las actividades y empleos informales, ya que según algunas estimaciones 6 de cada 10 trabajadores son informales.

Por otra parte, como han afirmado las organizaciones empresariales, el acotamiento de los salarios caídos a un solo año eliminaría el riesgo para los empresarios medianos y pequeños de ver quebrar sus empresas por litigios laborales que se prolongan por varios años.

Igualmente importante es la contratación por horas, y no por jornada laboral, porque abre oportunidades para estudiantes y madres. Y al hacerlo contribuye a romper el círculo vicioso de empresas que no contratan jóvenes porque no tienen experiencia y jóvenes que no tienen experiencia porque no los contratan.

En suma, el contenido económico de...

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