JAQUE MATE / Y conceder

AutorSergio Sarmiento

"Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir".

Fernando Delgadillo

La fuerza de la democracia en cualquier país se mide por la responsabilidad de los miembros de la oposición. Esto lo pensé una vez más la noche del 4 de noviembre cuando escuché el "discurso de concesión" de John McCain.

El candidato republicano salió a hablar a sus simpatizantes en Phoenix, Arizona, poco después de que las encuestas de salida adelantaron los resultados de California, Oregon y el estado de Washington. Su discurso, pronunciado sin notas visibles, fue elegante y emotivo.

McCain dijo que acababa de llamar a Barack Obama para felicitarlo por haber sido "electo Presidente del país que los dos amamos". Habló de su rival: "Su éxito por sí solo genera mi reconocimiento por su habilidad y perseverancia. Pero el que lo haya logrado inspirando las esperanzas de millones que erróneamente pensaban que no tenían influencia en la elección del presidente estadounidense, es algo que admiro profundamente".

"Les pido a todos los estadounidenses que me apoyaron -continuó- no sólo que lo feliciten sino que le ofrezcan a nuestro nuevo Presidente su buena voluntad y esfuerzo honesto para zanjar nuestras diferencias y ayudar a restaurar nuestra prosperidad, a preservar nuestra seguridad en un mundo peligroso y a dejar a nuestros hijos y nietos un país mejor y más fuerte que el que nosotros heredamos".

Qué contraste de este reconocimiento con las acostumbradas protestas con las que concluyen los procesos electorales del país. Los políticos mexicanos nunca pierden una elección: son siempre víctimas de fraudes o de complots. De hecho, el único candidato en quedar en segundo lugar en una elección presidencial mexicana que ha reconocido públicamente su derrota fue Francisco Labastida del PRI en el 2000. Por eso se ha ganado mi respeto. En cambio Andrés Manuel López Obrador ha llevado el arte de la protesta postelectoral a un grado de perversa refinación al autonombrarse presidente legítimo de México.

Una de las razones más importantes de la pobreza de México ha sido la falta de una oposición leal dispuesta a jugar con reglas democráticas y a apoyar medidas que beneficien a la nación, a pesar de que al mejorar el nivel de vida de la gente puedan fortalecer políticamente al partido en el poder. Quizá hemos avanzado algo. En el siglo XIX y una parte del siglo XX las protestas electorales se convertían, con inquietante frecuencia, en rebeliones armadas. Hoy sólo vemos a líderes...

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