JAQUE MATE / ¿Quién da más?

AutorSergio Sarmiento

"Quienes alcanzan el poder con demagogia terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro".

Adolfo Suárez

Parece una competencia para ver quién regala más dinero público. Este pasado 10 de mayo el priista José Antonio Meade prometió dar un subsidio de 1,200 pesos mensuales a las jefas de familia "como un piso de protección social para evitar que las jefas de familia, que solas sacan adelante a su familia, enfrenten el reto de la pobreza". "Abusado", le respondió la perredista Alejandra Barrales en Twitter. "Se llama #PaLasJefas y no son $1,200, son $2,500".

La competencia electoral se ha centrado en ver quién ofrece mayores subsidios a ciertos grupos de la población. ¿Mil 200 o 2,500 para las jefas de familia? ¿Alguien da más? Al fin y al cabo, el dinero no es de los políticos. El morenista Andrés Manuel López Obrador promete duplicar las pensiones a adultos mayores y dar además 3,600 pesos mensuales a ninis para ser capacitados en las empresas. El panista Ricardo Anaya promete, a su vez, un ingreso garantizado a todos por el simple hecho de ser mexicano.

Nadie dice cuánto costarían estos subsidios ni cómo se financiarían. ¿Qué otros programas de gasto público habría que recortar para dejar recursos libres para estas dádivas? ¿Qué impuestos se incrementarían? ¿Cuánto aumentaría la deuda pública si se financian con un mayor déficit presupuestario? Los candidatos no se preocupan por tales minucias. Recuerdan aquella vieja frase política: "Basta ya de realidades, queremos promesas".

Las promesas desbocadas sirven para una cosa y para una cosa nada más: comprar votos. Lo demostró en su momento López Obrador, cuyo "subsidio a los viejitos" aseguró a la izquierda una hegemonía que aún subsiste en la Ciudad de México. Los políticos de otros partidos han aprendido. El priista Alfredo del Mazo basó su campaña de 2017 en el Estado de México en la promesa de pagar un sueldo rosa a las amas de casa. La demagogia reemplaza inexorablemente a la democracia.

Los subsidios sirven para comprar votos porque generan un agradecimiento al partido o grupo en el poder de quien los recibe, pero no resuelven los problemas sociales. Quizá algunos subsidios focalizados pueden ayudar a reducir la...

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