JAQUE MATE / Con la mano de Dios

AutorSergio Sarmiento

"Lo hice con la cabeza de Maradona,

pero con la mano de Dios".

Diego Armando Maradona

Era el 22 de junio de 1986. Yo me había tomado unas semanas de mi trabajo habitual, en la Encyclopaedia Britannica, para colaborar con Independent Television News (ITN) del Reino Unido durante la Copa del Mundo de futbol. Eso me daba un ingreso en dólares, muy bienvenidos en medio de una crisis económica, pero también acceso a partidos del Mundial. ITN le daba un seguimiento especial a la escuadra inglesa, por lo cual pude estar presente en el Estadio Azteca para el juego de cuartos de final entre Argentina e Inglaterra.

Había una gran atención de medios y público. Los dos equipos habían empezado una acre rivalidad en los cuartos de final de la Copa del '66, cuando en un juego plagado de faltas y protestas los ingleses se impusieron por la mínima diferencia en camino al campeonato. La Guerra de las Malvinas de 1982 acentuó la rivalidad no solo entre los equipos sino entre las dos naciones. Todo el mundo esperaba así una dura batalla en el Azteca.

Maradona, de 26 años, era la gran estrella argentina, pero los ingleses traían a Gary Lineker, también de 26 años, un aguerrido y sólido centro delantero. El campo estaba mojado, como es habitual en los veranos de la Ciudad de México, y el juego empezó lento. En el segundo tiempo, minuto 51, Maradona pescó un balón alto y remató para el primer gol, aparentemente de cabeza. Los ingleses protestaron que el argentino había impulsado el balón con la mano, pero el árbitro tunecino, Alí Ben Nasser, validó el gol, que en los tiempos del VAR habría sido seguramente anulado. Maradona, con deshonestidad personal, no reconoció la falta en el momento, aunque más tarde afirmaría que había anotado con la mano de Dios.

Cuatro minutos después vino lo que muchos han considerado el mejor gol de la historia de un Mundial. Maradona partió de atrás de la línea de medio campo y burló a cinco jugadores ingleses en el camino a la portería del arquero Peter Shilton, a quien venció en el último quiebre. El Estadio Azteca quedó mudo un instante y después irrumpió en una larga y ruidosa ovación. Poco antes de terminar el juego Lineker descontó con gol de cabeza, pero era ya demasiado tarde...

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