JAQUE MATE / Un obispo valiente

AutorSergio Sarmiento

"Jurídicamente son insuficientes los elementos en los que pretende fundamentarse la llamada tesis del complot" en la muerte del cardenal.

Obispo Luis Reynoso Cervantes

Luis Reynoso, abogado y obispo de Cuernavaca hasta su muerte, ha sido durante años una piedrita en el zapato del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, el arzobispo de Guadalajara, y de los políticos panistas de Jalisco que han dedicado años a tratar de comprobar que el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue muerto en un asesinato premeditado el 24 de mayo de 1993.

Monseñor Reynoso falleció el 20 de diciembre del 2000. Pero aún es un problema para el cardenal y los funcionarios del gobierno panista de Jalisco, José Antonio Ortega Sánchez, asesor jurídico del gobierno en el caso del cardenal Posadas, y Fernando Guzmán Pérez Peláez, secretario general de gobierno, que defienden la tesis de la conspiración. Tres meses antes de su muerte, Reynoso publicó un texto titulado "Descripción analítica y de ontología jurídica del fallecimiento del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo" en el cual presentó de manera contundente los argumentos que lo llevaron a descartar, como miembro del grupo interinstitucional que revisó el caso, la tesis de la conspiración en la muerte del cardenal Posadas. El obispo de Cuernavaca avaló sin resquicio de duda la conclusión de la PGR de que el prelado había muerto víctima de una confusión.

En un principio los impulsores de la teoría del complot cuestionaron la honorabilidad de todos los que respaldaban la tesis de la confusión, aun cuando por respeto no mencionaban el nombre del fallecido obispo Reynoso. Pero hoy la estrategia ha cambiado. El argumento actual es que el obispo Reynoso estaba convencido de la conspiración, pero que no lo dijo por miedo.

Este viernes 23 de mayo Ortega Sánchez y Guzmán Pérez Peláez presentarán en el Hotel Nikko de la Ciudad de México un nuevo libro: La verdad os hará libres: no tengan miedo. ¿Y el homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo? El prólogo es -sorpresa- del cardenal Sandoval Íñiguez. No he podido obtener todavía el libro, pero he hablado con Ortega Sánchez y he leído información al parecer surgida de él.

La adición fundamental de este libro a los ya consabidos argumentos del grupo de la conspiración -testimonios de oídas, especulaciones y la "certeza moral" de que el caso debe haber sido un homicidio intencional- es la afirmación de que el propio obispo Reynoso le confió a un sacerdote, José Uribe Nieto, que el...

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