Jaque Mate / Y la verdad...

AutorSergio Sarmiento

"Y la verdad os hará libres".

Juan (8:32)

Soy el primero en afirmar que la ley debe defender a las personas de difamaciones y calumnias difundidas por los medios de comunicación. Pero para un periodista que escriba o comente sobre un personaje público, la verdad debe ser defensa suficiente.

Muchos amigos y conocidos me han preguntado por qué he sido sometido a una denuncia penal por difamación. Quiero explicarlo en este espacio, no tanto porque sea mi caso sino porque quizá puede ayudarnos a entender y mejorar las leyes de difamación y calumnia de nuestro país.

El 15 de noviembre de 2002 publiqué un artículo en el que cuestionaba un intento por expulsar del PRI al ex presidente Ernesto Zedillo. Este esfuerzo lo encabezada un político llamado Humberto Hernández Haddad. Se trata sin duda de un hombre con poder e influencia: dos veces diputado, una vez senador, secretario de Asuntos Internacionales del PRI, aspirante a gobernador de Tabasco, entre otras cosas.

En mi artículo señalé que Hernández Haddad había sido destituido en 1995 de un cargo de cónsul general por "reiterado desacato a la autoridad". En octubre de 2003 él me demandó penalmente por difamación.

Mi información procedía de un documento de la Secretaría de Relaciones Exteriores (B-094 del 25 de marzo de 1997) el cual era bastante más duro con el político que las cinco palabras que yo cité. El escrito señalaba que el cese de Hernández Haddad "se debió a su rechazo reiterado para dejar la plaza a la que estaba adscrito... También... a su negativa manifiesta a recibir llamadas telefónicas y comunicaciones de sus superiores... Sobre todo, la destitución del señor Hernández Haddad fue resultado de su reiterada negativa a cumplir las instrucciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de conformidad con la fracción XI del artículo 58 de la Ley del Servicio Exterior Mexicano...".

El documento concluía: "En suma, la destitución del señor Hernández Haddad se concretó ante un reiterado desacato a la autoridad y a un estado de completa alteración anímica y emocional que en sus argumentaciones llevaban al ex cónsul a una absoluta confusión y distorsión del buen juicio necesario para seguir desempeñándose como representante del gobierno de México en un país extranjero".

Explicar las razones de la destitución de un funcionario citando un documento oficial de sus jefes es una práctica periodística completamente aceptable en México y en cualquier lugar del mundo. La falta de dolo, de animus...

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