Javier González Garza / Matrimonio laico

AutorJavier González Garza

Hay nuevamente una discusión que probablemente llegue a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El tema ahora es la aprobación, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, de las reformas al Código Civil de la capital, con lo que se reconoce legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que abre la posibilidad de que parejas homosexuales establezcan vínculos patrimoniales, sean beneficiarias de seguridad social y adopten hijos, entre otras cosas.

La oposición a este avance proviene, como en otros casos, de la jerarquía católica y en la asamblea desde Acción Nacional.

El matrimonio es una construcción social, y por tanto dinámica, que se ha ido transformando al evolucionar la estructura cultural de la humanidad. Originalmente el matrimonium implicaba el traspaso del dominio de una mujer entre dos ciudadanos. Esa mujer que no tomaba decisiones propias y que no tenía derechos pasaba del padre al marido, a quien quedaría sujeta junto con su descendencia. Su capacidad reproductiva estaba vinculada con ventas, dotes, intercambios y un largo etcétera. Ahora, el matrimonio no implica una subordinación en razón del género, asimismo la reproducción no es su objetivo último. La institución matrimonial ha sufrido grandes cambios.

El primer artículo de nuestra Constitución dice en su tercer párrafo: "Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas".

En particular, es clarísimo que tratándose de preferencias sexuales, la Constitución prohíbe expresamente toda discriminación. Las preferencias sexuales existen, son un hecho desde siempre. La discriminación, la represión y la homofobia también.

En los inicios del siglo pasado muchos países de los llamados avanzados consideraban a la homosexualidad un delito. Muchas injusticias y sufrimiento fueron causados en la aplicación de esas leyes. Aún después de cambiar o desaparecer aquellas leyes, la intolerancia y la represión han sido una triste realidad.

Afortunadamente las luchas para conseguir libertades han avanzado en el mundo, grandes movimientos civiles se han desplegado desde hace 40 años. El mero hecho de reconocer la existencia de las preferencias sexuales y dejar de...

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