Jazz: Un género menospreciado

AutorLaura Castellanos

Roberto Aymes recuerda indignado cómo una noche de 1976, cuando tocó con el cuarteto Blue Note en el Teatro de Bellas Artes, cayó el telón para los jazzistas mexicano s y tardó casi 28 años en volver a levantarse.

Aymes, conductor del programa radiofónico más popular del género musical, Panorama del Jazz de Radio UNAM, pisó de nuevo el más importante recinto cultural de México el pasado 16 de junio y, con Rodolfo "Popo" Sánchez y Salvador "Rabiro" Agüero, acompañó al pianista rumano Marian Petrescu.

A pesar de haber sido partícipe del histórico suceso, se declara un pesimista de la escena del jazz en el País: "Está en un callejón sin salida, no hay espacios ni apoyo institucional".

Voces como la del pianista Eugenio Toussaint, el contrabajista Rodrigo Castelán, el dueño del extinto bar Arcano, Francisco Galindo, y el investigador y conductor radiofónico Alain Derbez coinciden en ver un horizonte desafortunado, principalmente en la Ciudad de México.

"Es una música desatendida porque se considera elitista", afirma Toussaint, quien cree que además ha sido menospreciada en los más prestigiados foros del Distrito Federal.

Paradójicamente, dice Derbez, en San Luis Potosí, Monterrey, Playa del Carmen, Morelia, Villahermosa, Zacatecas y Guadalajara se han ido consolidando o abriendo nuevos espacios para el jazz.

Gustavo Rivero Weber, titular de la Coordinación Nacional de Música y Opera del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), y Gerardo Estrada, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, reconocen que este género no ha tenido la presencia que merece en las salas de sus instituciones y se comprometen a incluirlo en la programación del 2005.

Pero también hay voces optimistas: Roberto Arballo "Betuco" y Yuko Fujino, dueños del club de jazz más popular de la capital, Papa Beto, y los jóvenes pianistas Arturo Ramírez, quien toca en el vestíbulo del Hotel Presidente Chapultepec, y Mark Aanderud, becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), niegan el sombrío panorama.

Aanderud, de 28 años, quien recientemente tocó con el saxofonista Diego Maroto en el Lincoln Center de Nueva York, es contundente: "El músico es muy quejón. Lo que deben hacer es dejar de echarle la culpa a todo y presentar cosas importantes. En estos cuatro años ha sucedido más que en toda la historia del jazz en México", dice quien fue uno de los tres jazzistas beneficiados con una de las becas del Fonca para producir un disco en el 2004.

La calidad local no está...

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