Jesús Silva-Herzog Márquez / El juego del tapadismo

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Una corte es una institución para la reverencia. La servidumbre vuelta ceremonia. La brújula de la corte apunta al norte del poderoso. Los cortesanos se orientan siempre hacia él. Lo miran para rendirle homenaje. Le agradecen al cielo la oportunidad de respirar el oxígeno del mismo cuarto. Qué afortunados somos de tener tan clemente soberano, dirán de mil maneras. El homenaje que los cortesanos rinden al rey, dice Elias Canetti es estar ahí frente a él, en el círculo que rodea al poderoso. Agrupados en torno a él, deslumbrados por él, esperándolo todo de él. No pueden moverse con independencia. Por eso están atentos a cualquier gesto, a cada palabra, a la mínima modulación de su voz. Los cortesanos saben que su posición depende sólo de la voluntad del jefe. No tienen vida fuera de la corte, no son nada fuera del círculo de lealtad. Esas marcas de la política mexicana se acentúan en tiempos sucesorios. La restauración priista ha sido la restitución de la cortesanía.

Con la cortesanía ha regresado el tapadismo. Se ha rehabilitado el más sagrado de los rituales priistas. El Presidente aseguró el control absoluto de su partido y se dispone a usar el índice. Tiene el margen más amplio para designar al candidato de su partido. Nadie le hará oposición. No tenemos el lápiz de Abel Quezada para dibujar las capuchas de los tapados pero hemos regresado a ese tiempo. ¿Vivimos en 1975? De pronto hemos retrocedido cuarenta años. Los ambiciosos desfilan con capucha. Buscan la Presidencia pero no lo dicen; quieren ser candidatos pero no pueden reconocerlo. Es la política embozada de la vieja disciplina. Todos repiten lo mismo: se sienten honrados por la mera mención; dicen que no son todavía tiempos para declarar abiertamente su deseo, repiten que se debe esperar al calendario que fije el partido, aseguran que aceptarán la decisión del partido y aprovechan para felicitar el patriótico gobierno del Señorpresidente.

El rito tiene efectos perniciosos en nuestra conversación pública. Se acepta implícitamente la regla de la verticalidad y se juega a la especulación como si fuera un entretenimiento inofensivo. La reflexión política se degrada a niveles vergonzosos. Tratemos de imaginar quién le inspira confianza al Señorpresidente. ¿Quién minimiza los riesgos? ¿Quién le cuidará mejor las espaldas? Leemos las hojas del té, buscamos pistas en los astros, lanzamos dados a la mesa. Todo parece una señal. El...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR