Jesús Silva-Herzog Márquez / La libertad del diablo

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

No podemos verles el rostro. Todos los personajes que aparecen en la cinta tienen cubierta la cabeza con una malla tosca por la que apenas se asoman los ojos, la nariz y la boca. Sus testimonios -revulsivos y conmovedores- forman uno de los más terribles retratos del México de la barbarie. Son sicarios y víctimas en un coro de pánico y culpa, de odios y compasión. Un mosaico del desamparo. Los recuerdos son pesadillas, las heridas incurables. Las máscaras que resguardan la identidad de los personajes son iguales para todos. Torturadores y madres de desaparecidos, niñas y militares, asesinos y torturados, verdugos y huérfanos cubiertos por la misma máscara. Un perverso equilibrio alterna los testimonios del horror. El uniforme del pasamontañas proyecta un mensaje escalofriante: en el país sin ley todos estamos atrapados en la misma red. Todos somos nadie. La mujer que acude a la policía para denunciar el robo de sus hijos no es escuchada por nadie. Un niño es convertido en instrumento de muerte. Si encuentra de pronto sentido a su vida es porque se descubre capaz de negarla a otros. Un militar teme ser usado como carne cañón por su superior y decide brincar a la otra orilla. El sicario advierte que su trabajo es no sentir.

Hablo de La libertad del diablo, el documental de Everardo González que se estrenó recientemente en los cines comerciales. La cinta en la que también participó Diego Enrique Osorno como guionista expone la profundidad de nuestra deshumanización. Hemos arrancado la raíz de la empatía, hemos decidido ignorar el dolor de los otros, hemos cerrado los ojos a la barbarie que nos circunda. Nos hemos empeñado en cambiar de conversación. En una de las primeras escenas de la película, uno de los personajes recuerda el horror de un espectáculo infernal. "Veo gente enloquecida, chispas de locura, de barbarie total... no puedo pensar en esas personas como mis iguales, en esas condiciones, en esos momentos; no puedo sentir una hermandad con ellos. Y sin embargo, seguimos siendo de la misma especie". La pantalla permanece oscura. Al clarear, en el desierto, un cuerpo abandonado con las manos atadas y una bolsa sobre la cabeza.

Las máscaras que se usan en la película se parecen a las...

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