Jorge Alcocer V. / Flojera de taller

AutorJorge Alcocer V.

Empiezo por manifestar que coincido con quienes plantean la revisión integral del esquema y las normas legales de financiamiento público a los partidos políticos; también dejo establecida mi posición a favor de la disposición constitucional que determina la prevalencia del dinero público sobre el privado. Y creo que la discusión debe comprender la fiscalización de esos dineros, para evitar, y en su caso sancionar, las violaciones a la ley.

Expreso mi desacuerdo con los detractores del financiamiento público a los partidos políticos, y también con la solución que proponen, que es el simplista y draconiano recorte -o de plano la total eliminación- de esos recursos, pensando que de esa manera habrá mejores partidos y políticos respetables. No es solamente el exceso de dinero lo que pervirtió a los antes modestos partidos opositores. Ese es uno de los factores, que a todos ha provocado grave daño moral; pero hay otros, de los que casi nadie se ocupa.

En México, el financiamiento a los partidos, regulado por ley, está por cumplir 25 años; fue en 1993 que en el entonces Cofipe se introdujeron las reglas para determinar el monto a repartir y la forma de hacerlo. Antes lo que imperaba era la opacidad y la discrecionalidad con la que el secretario de Gobernación decidía cuánto le otorgaba a cada partido. En el mismo año, el Centro de Estudios para un Proyecto Nacional (Cepna) organizó un foro sobre el tema, del que salió el libro Dinero y Partidos (Nuevo Horizonte Editores, México). Tres años más tarde, el presidente Ernesto Zedillo impulsó e hizo aprobar por el PRI el nuevo y generoso esquema de financiamiento público a partidos políticos, reforma que trastocó radicalmente las condiciones de la competencia electoral.

El cambio antes referido ocurrió a finales de 1996. El dinero motivó que el PAN y el PRD votaran en contra de la reforma, por lo que el PRI, que aún tenía mayoría absoluta en el Congreso, tuvo que sacar adelante el Cofipe. Felipe Calderón, jefe nacional del PAN, decidió devolver al fisco una parte del dinero; lo hizo durante dos meses, hasta que el Jefe Diego lo puso en orden. Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, que era presidente del PRD, anunció que con el dinero excedente mandaría imprimir y distribuir millones de libros de texto gratuito para secundaria. Nunca nadie vio un solo ejemplar.

El impacto del caudal de dinero sobre la competencia fue inmediato. En 1997 el PRI no alcanzó, por vez primera, mayoría absoluta en la...

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