Jorge G. Castañeda / El caso Volpi

AutorJorge G. Castañeda

Como se ha reiterado hasta la saciedad, existe una larga tradición de "intelectuales" (las comillas porque la palabra me cae gorda, no porque no lo sean) en las representaciones diplomáticas de México. Se remonta a Reyes, Paz, Fuentes o Pitol, pasando por el grupo de creadores nombrados como embajadores, cónsules y agregados culturales entre 2000 y 2003; hasta el escritor, amigo y colega Jorge Volpi hace unos días.

Siempre ha existido tensión entre los miembros del servicio exterior, los llamados promotores culturales -unos de excelencia, como Rafael Tovar, pero muchos sólo burócratas de la cultura- con aquellos escritores, cineastas, músicos y artistas designados no como becarios (perdón Otto Granados), pero sí para combinar su trabajo creativo con el cumplimiento de funciones estrictamente diplomáticas, o exclusivamente culturales.

En mi caso tuve la oportunidad de designar a escritores como Pérez Gay (en Portugal), Alatriste (en Barcelona), a cineastas como Sánchez (en Río de Janeiro); o como jefes de misión al propio Volpi e Hiriart, Soler, Márquez, Pelayo, Aura, Legorreta, Molina, Padilla, Sheridan y muchos más con quienes me disculpo por no incluir su nombre. Pensé -con pleno apoyo de Fox y del director de asuntos culturales de la SRE, Gerardo Estrada- que los mejores representantes de una vigorosa y activa política cultural internacional de México eran justamente nuestros creadores. Podrían transmitir los valores y la riqueza de la cultura mexicana, y establecer una interlocución de iguales con sus pares en los países donde se encontraban asignados. Nunca se trató de que no cumplieran con su trabajo, de la misma manera que nunca se le pidió a Paz en la India que dejara de escribir poesía, o a Fuentes que suspendiera la escritura de Terra Nostra. Al contrario, la idea siempre fue que, justamente por seguir inmersos en su labor creativa, eran los mejores representantes culturales.

Quienes me sucedieron en el cargo de canciller han mostrado poco interés por la política cultural (o por la cultura a secas). Es lógico que hayan desmantelado lo que se trató de hacer, y que hayan nombrado para atender los asuntos...

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